La XI Copa del Rey Panerai arrancó hoy con la brisa justa para poder realizar una regata. Y gracias. Los barcos más ligeros y modernos, como el Calima (1970), que compite en la clase Espíritu de Tradición, fueron los grandes beneficiados por unas condiciones impropias de una regata acostumbrada los últimos años a tener que bregar con la dureza de la Tramontana. El viento se ajustó a la previsión y sopló flojo -a momentos menos que eso- del primer cuadrante, entre NE y E, lo que obligó al comité de regatas a acortar el recorrido y frustró la esperada llegada en la rada del puerto de Mahón.
El Chinook (1916), un diseño de Herreshoff armado por Graham Walker y patroneado por Jonathan Greenwood, dejó claro que quiere repetir su triunfo de 2013 en la Copa del Rey de Barcos de Época y mantener el liderazgo de la versión mediterránea del circuito Parerai Classic Yachts Challenge. Su manga fue casi perfecta: leyó mejor que nadie la compleja meteorología del campo de regatas y superó en todos los rumbos a los barcos con aparejo Marconi. Su segundo puesto en tiempo real sobre el conjunto la flota es la elocuente demostración de que Greenwood estuvo muy fino a la caña. Toda una lección que se tradujo en una clara victoria en la clase Época Cangreja, en la que participan las unidades más antiguas de la flota, y que coloca al Chinook a las puertas de ganar la XI Copa del Rey Panerai. Sus seis rivales directos, entre los que se encuentran los competitivos Kelpie of Falmouth (1928) y M arigan (1898), no consiguieron terminar dentro de la hora límite y sumaron ocho puntos.
En Época Marconi, el Sirius (1936), de Tara Getty, y Sonata (1937), de Jordi Cabau, primer y segundo clasificado, respectivamente, sentaron las bases de lo que promete ser un gran duelo. Apenas 30 segundos de diferencia en tiempo compensando separaron a ambos veleros, que cruzaron casi juntos la línea de llegada tras más de tres horas de travesía. El Skylark (1937), patroneado por Tony More, entró en tercera posición, y el Enterprise (1939), de Albert Kusak, que venía de ganar la Illes Balears Clàssics, pagó caro el capricho de las encalmadas y quedó fuera del podio provisional con una desventaja de 9 minutos respecto al líder.
El Mariquita (1911), patroneado por George Newmanm y el Moonbeam IV (1914), con Michael Creach a la caña, ambos de 33 metros de eslora, necesitaron desplegar todo su trapo para desplazar sus gigantescos cascos y, aunque fueron superados por embarcaciones mucho más pequeñas, llegaron a tiempo para clasificarse. El Halloween (1926), de 25 metros, no tuvo tanta suerte y sucumbió a la escasa intensidad del viento.
Mariquita, el único superviviente de la fórmula 19 Metros Internacional, no gana la Copa del Rey Panerai desde 2006. La incomparecencia del Mariette y el pinchazo del Halloween le otorgan una ligera ventaja, aunque el Moonbeam conserva intactas sus opciones. Los dos veleros saben lo que es levantar este trofeo. Los de Newman lo hicieron en 2006 y los de Creach en 2011.
Bufeo Blanco (1963), armado por Giuseppe Marino, tomó la delantera en la categoría de Clásicos, con casi cuatro minutos sobre el Emeraude (1975), de Vittorio Cavazzana, el único barco de metal de la flota. Namid (1967), de Pedro Bianchi, fue tercero, aunque bastante más descolgado (a 11 minutos), mientras el ganador del año pasado, el Alba (1965), de Damián Ribas, hipotecó sus opciones al no llegar dentro del límite de tiempo estipulado para esta clase. La regata se hizo demasiado larga para muchos barcos.
Calima, como Chinook, se postuló al triunfo final en la clase Espíritu de Tradición con una regata impecable. Fue el primero de toda la flota en cruzar la línea de llegada (con un sorprendente registro de 2 horas y 50 minutos) y consiguió poner agua de por medio respecto a sus principales adversarios: el Tichiy Don (1981), del ruso Eugeny Panevin, y el Pas Encore (2005), de Eduardo Salas, que no llegaron a tiempo para clasificarse. El Lohegrin (1974), de Francisco Paquelaine, con cinco minutos de desventaja en compensado (25 en real), entró en seguna posición. No hubo tercero.
(Fotos: BET ROVIRA)