Las notas del jaleo todavía suenan en la plaza Constitución cuando se inicia este repaso a lo que ha sido la primera jornada de la “Mare de Déu de Gràcia”. Desde primera hora de la mañana la fiesta se ha colado por todos los rincones de Mahón. Lo ha hecho de manera callada y discreta en las casas, donde se han ultimado los preparativos con la vista puesta en la visita de amigos y familiares, y de manera alegre y compartida con el “berenar de caixers” del Camí de Es Castell, el reparto del “agua-ros” o las comidas de vecinos.
Lo ha hecho de manera respetuosa y nostálgica a media mañana, cuando se rendía homenaje a Carlos Fàbregues en la plaza Bastión, y con bulla y sonrisas desde primera hora de la tarde, con los mahoneses saliendo al paso del pasacalles y la “qualcada” que se ha ido formando poco a poco, antes de dirigirse a la ermita de la Virgen, en un desfile elegante y pausado, que cosechaba las primeras miradas, las primeras “capadetes”, de las muchas que han endulzado el esfuerzo festivo de caballos, “caixers” y “cavallers”.
La fiesta, plantándole cara, orgullosa y altiva, al intenso calor que competía con ella, se ha desdoblado entonces en preparativos de última hora en el centro- barras que se acababan de colocar, cisterna de agua mojando la arena- y devoción y calma en las Completas y la “beguda de sa capellana” en la ermita, avanzando imparable en sus distintos matices hasta enseñorearse de un Mahón ávido de música, hermandad, alegría, juerga.
Las calles más céntricas, Ses Voltes, la plaza del Príncipe, la Explanada, la feria, el puerto…toda la ciudad latiendo a un mismo son, el del sentimiento de las fiestas, que vivía su máxima expresión con la llegada de la “qualcada” a la plaza Constitución a las nueve y veinte. La vuelta de respeto, amenizada por “El gato montés”, y el ansiado jaleo veinte minutos después daban paso a cabriolas y cabriolas sin fín, seguidas con admiración y osadía por unos, desde la prudencial distancia, por otros, y obviadas por quienes preferían la música de las barras y la camaradería desbordada.
Y muy de cerca, velando por la fiesta que se ha adueñado de la ciudad, numerosos efectivos policiales y sanitarios, y un primer balance, 25 atenciones y una evacuación, cuando todavía queda toda la madrugada por delante.