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Las claves del cambio en Menorca

Un artículo de Jordi Ribera

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Menorca vivió una noche electoral de lo más extraña. No hubo fiesta ni en la sede del PP ni en la del PSOE en una demostracion de que el bipartidismo parece haber pasado a mejor vida.

Lo primero que destaca  de los resultados obtenidos es el hundimiento del PP en todos los frentes. De gobernar seis consistorios pasará a quedarse con uno con mayoría absoluta (Alaior) y, probablemente, dos más con pactos de gobierno con el PI (Es Castell y Sant Lluís). Esto no quita que el hundimiento ha sido general. En algunos casos muy dolorosos como Maó o Ciutadella.

No les fueron mejor las cosas ni en el Parlament ni en el Consell. 5 representantes es demasiado poco para quien hasta ahora ostentaba una gran mayoría absoluta. Si cuatro años atrás el tsunami azul encumbró  a las gaviotas en esta ocasión el hartazgo de las políticas estatales y un Bauzá que ha sembrado discordia en temas tan punzantes como la enseñanza y la lengua más un Consell que impuso unas rotondas contra la voluntad popular, un empleo precario y la no resolución del problema del transporte han supuesto un cóctel explosivo que se ha traducido en estos resultados.

En el PSOE tampoco estaban para mucas alegrías. Lo único que se pudo celebrar son las alcaldías de Es Mercadal y Es Migjorn. El resto fue puro maquillaje destacando el hundimiento del rival sin fijarse en el retroceso propio. Tur deberá explicar muy bien cómo, tras haber perdido dos concejales más, quiere ser alcalde. Las caras de otros cabezas de cartel como María José Camps también mostraban el lógico desencanto por mucho que lo tratara de tapar con la bajada del PP. Una oposición en las instituciones que no acabó de convencer a la sociedad y una renovación de caras (lógica) pero que no estuvo acompañada de una presentación social real de las candidatas hizo que personas que podrían ser muy válidas llegaran a las votaciones con el hándicap de un importante desconocimiento por parte de los electores.

Quienes tienen ahora la posibilidad de demostrar su valía son los nacionalistas. La mejor consellera en la oposición de la casi extinta legislatura ha sido Maite Salord y la gente lo ha valorado en su justa medida. Un trabajo callado aunando votos de la izquierda  en numerosas agrupaciones locales que después han respaldado a la candidatura al Consell y la implicación de Manel Martí desde el Parlament han permitido a la formación granjearse una credibilidad ante el electorado que  les otorgan cuatro años de más poder del que pudieran esperar. Esta misma labor ordenada, de oposición responsable es la que ha llevado a Joana Gomila con el PSM a ser la más firme candidata a la alcaldía de Ciutadella.

Mención especial merecen las agrupaciones locales. Ellas han sido las grandes triunfadoras de la noche. Ara Maó se coloca en una posicion de fuerza inmejorable para discutir la alcaldía a Vicenç Tur. L’Entesa de l’Esquerra de Ferreries logra la mayoría absoluta y En Es Mercadal también podrá condicionar la política del PSOE. Volem Sant Lluís o Som Es Castell también han irrumpido con fuerza y tienen opciones de pacto para gobernar. A destacar que la mayoría de este voto ha ido a parar a las filas de Més al Consell y al Parlament. Esquerra de Menorca, el otro ‘gran socio’ de estas agrupaciones apenas recogió nada. Ya son demasiadas elecciones que dejan sinsabores a los de Juanmi Gomilapara plantearse qué hacer en el futuro.

Los nuevos partidos han tenido una actuación muy desigual. Podemos puede ser decisivo en la mayoría de instituciones. Esta formación ha tirado más de marca que de personas al frente. ¿Quién conoce de verdad, fuera de los círculos, a Javier Ares? Pero ha logrado una importante cabeza de playa que puede ser mucho más relevante de cara a las generales de fin de año.

Ciudadanos no logra, por poco, entrar en el Consell. En Maó tendrá una presencia testimonial. En Ciutadella UPCM, que estaba coaligado con ellos, aguanta gracias a la personalidad y trabajo de Joan Triay. Probablemente el hecho de no ser todavía una parte del partido de Albert Rivera y que, precisamente por ello, hayan cometido errores  les ha castigado. Mientras Rivera no se metió en temas de lengua en Menorca sí lo han hecho…y hasta el fondo. Contar además con un Xavier Pericay en Mallorca también ha sido más un lastre que un acicate.

Queda el PI. El centrismo insular, en líneas generales, ha muerto. Un concejal en Es Castell y otro en Sant Lluís es un bagaje paupérrimo. La operación de Jaume Font no ha cuajado en absoluto en la Isla. En Es Castell se ha constatado que Florencio Conde no tiene el tirón de Irene Coll mientras que en Sant Lluís parece que el efecto ha sido el contrario. Llorenç Carretero sigue teniendo adeptos aunque vaya con otras siglas. No obstante ambos serán decisivos  para facilitar la investidura de uno u otro candidato. Habrá que ver cómo juegan sus cartas. En el caso de Maó, Manuel Pecharromán ha visto como la bolsa de voto oculto que son los inmigrantes que se reunían para sus barbacoas, a la hora de ir a votar se han echado atrás y no le han dado el respaldo necesario. En medio, José Luis Sintes, hábil con la palabra y en los debates, no ha podido llegar a suficiente electorado para entrar en el Consell.

Pero tras la noche electoral quedan varias semanas para pactar y ver cómo quedan las instituciones que nos gobernarán durante cuatro años. El pueblo ha hablado y ahora toca esperar que, además, haya acertado.


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