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Cataluña, en tiempo de descuento

omingo Sanz. Licenciado en Ciencias Políticas Universidad Complutense. Madrid.

Llegados a este momento nuevo e histórico para todos, tal como han ido las cosas podríamos proponer un nuevo chiste, pero mejor resumamos lo que hemos visto y arriesguemos. Ahora mismo son las cinco y diez del día 24, sean cuales sean el día y la hora en que esté usted leyendo esto. Mi previsión: Más del 55% de los votos serán para JxS y la CUP, aunque lo rechacen las encuestas. Igual que millones de españoles no irían a votar si les llamaran a decidir sobre la independencia de Cataluña, por respeto hacia los catalanes y digan lo que digan los traductores al idioma de 2015 de la Constitución de 1978, cientos de miles de catalanes abstencionistas no irán tampoco el 27S, por mucho que ahora les llamen los que siempre les han ignorado. Y los indecisos repartirán sus votos más o menos por igual, como siempre.

Hablemos ahora de los comportamientos políticos.‎ Los independentistas a lo suyo y unidos en la estrategia a pesar de las diferencias, demostrando una flexibilidad desconocida y una capacidad extraordinaria para disolverse con su propio electorado. Rompen coaliciones de treinta años para construir las que más les convienen sobre la marcha. Descolocan sorprendiendo con el orden de los candidatos en la lista. Impecable cronograma electoral para ganar, combinando las movilizaciones sociales con la debilidad, creciente, del Gobierno central.‎

El Gobierno del PP, en campaña desde un diván de psiquiatra ganado a base de errores antiguos que algunos de ellos reconocen ahora, roto por dentro entre la vergüenza mundial por lo que les está ocurriendo a ellos y la sospecha de que solo gracias a que ocurre siguen siendo alguien ante las generales, al capitalizar los peores sentimientos contra los que quieren irse de España. El resultado, inevitable: amenazas que son pólvora mojada y sólo sirven para cultivar malos pensamientos, tautología a raudales en ausencia de argumentos y final de traca, con un presidente de hazmerreir.‎ La frase de Arrimadas, hoy, dirigida al PP, “Por favor, déjennos ganar”, insuperable. Hasta los apoyos exteriores ha quemado el Gobierno, vertiendo sospechas de manipulaciones oscuras pendientes de aclarar y que se han convertido en valor de futuro para los independentistas, aún antes de ganar.

También fatal un Rey que debería haberse jugado su arma “secreta” -¿qué pesa más, Cataluña o la Corona?-, para obligar a Rajoy y Sánchez a legalizar y participar en el referéndum de 2014 para ganarlo como hizo Cameron. Por no hacerse respetar entonces ha terminado siendo poco menos que un títere en manos del Gobierno, utilizado contra un importante número de españoles catalanes que, lógicamente, buscan ahora con mayor ahínco su República. Todo el mundo ignora a Felipe VI, y no necesariamente por respeto.

Entre los medios no catalanes, incluidos tertulianos y toda clase de opinantes, avalancha de argumentos inoperantes en épocas de cambios radicales y nulidad imaginativa para formular ideas valientes que si exigen a los políticos. Nadie arriesga una parte de su audiencia por una propuesta incómoda, aunque la esté pensando. Críticas huecas al gobierno y pocas a la oposición, que también forma parte del error.‎

Y para terminar, otra frase definitiva: Iglesias hoy, con su “Catalanes, quédense con nosotros y derrotemos entre todos a Rajoy”, dejándose a sí mismo en evidencia al reconocer que es Cataluña el único actor capaz de romper algunas trampas firmadas hace tiempo y cuestionar unos principios que se suponían inamovibles, pero solo porque servían para alimentar en la sociedad, interesadamente, un cierto miedo al cambio de verdad que no tenía fundamento.

Domingo Sanz, 24 de septiembre de 2015

Lic. CC. Políticas Univ. Complutense. Madrid.


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