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Con trabajo y la calefacción de adorno

Una opinión de Lola Maiques Flores

Así se presentó el programa sobre pobreza energética. FOTO.- Salvados

Jordi Évole y su equipo han vuelto a dedicar uno de sus “Salvados” al suministro eléctrico. “En casa de Elisa” se reunieron Évole, Miguel Sebastian, un ex ministro del ramo, y la alcaldesa de Barcelona, ​​Ada Colau, para hablar de la pobreza energética, ejemplificada en Elisa, la mujer que había ofrecido su casa para el rodaje y compartía la experiencia de quien, como ella, encuentra muchísimas dificultades para hacer frente al pago de servicios básicos, sin los que no se entiende la vida en los países desarrollados.

No se sentaron en un comedor que se iba oscureciendo a medida que avanzaba la conversación ni el presidente de la Asociación Española de la Industria Eléctrica, Eduardo Montes, ni el actual ministro de Energía, José Manuel Soria. El primero se hizo presente en el programa vía hemeroteca porque “Salvados” recuperó contenidos de una entrevista que le hicieron con anterioridad, y Soria recibió a Évole en su bien amueblada, iluminado y, en apariencia, confortable despacho.

Montes señaló la Administración como la responsable de garantizar el suministro a las personas en dificultades y Soria apeló a la creación de empleo, el mantra que repitió incansablemente. La creación de puestos de trabajo– de la que el PP presume de un tiempo a esta parte, y más ahora en campaña electoral- como solución al problema topó con los datos estadísticos que avalan el crecimiento de la pobreza energética en los últimos cuatro años- en dos de los cuales se está generando empleo, según datos que baraja el Gobierno-.

Soria lo negó pero poco pudo decir cuando Évole le hizo notar que el dato del 69 por ciento incremento en la pobreza energética había sido registrado por el Instituto Nacional de Estadística. Por si este  fría apunte porcentual no hubiera sido suficiente, Elisa, la protagonista del programa, remató con su “yo he estado trabajando, y la calefacción ha sido un adorno“.

Su afirmación resume muy bien la situación que muchas entidades y servicios sociales están denunciando: la desigualdad crece, el trabajo, de tan precario, ya no sirve para tener una vida digna, como lo prueban los miles de trabajadores pobres que hay en nuestro país. La mejoría económica, de existir, no puede presumir de serlo por la profunda desigual que lleva aparejada, y me cuesta encontrar calificativo -de insensible, para arriba- para quien apele a esta presunta mejoría.


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