Pero el aldabonazo de ese “conciencia” no se disipó, por la serena y abrumadora convicción con que lo había pronunciado, por el impacto de que dijese en voz alta justo lo que ella estaba pensando en ese momento.
Pero el aldabonazo de ese “conciencia” no se disipó, por la serena y abrumadora convicción con que lo había pronunciado, por el impacto de que dijese en voz alta justo lo que ella estaba pensando en ese momento.