Desde enero de 2016 y hasta el final de este verano se han recibido en Balears reclamaciones por un importe próximo a los 4 millones de libras esterlinas, lo que supone un incremento de hasta un 700 % respecto al volumen de años anteriores. Esta praxis fraudulenta se produce también en Canarias y en la zona del Levante.
Según la Policía, sólo un escasísimo porcentaje de los reclamantes fueron al médico, ya que la legislación inglesa -a la que se someten estas cuestiones por imperativo contractual-, es muy favorable al consumidor y basta con presentar un simple recibo de compra de un medicamento para justificar la intoxicación.
Además, a los hoteles que recibían las reclamaciones les resultaba más gravoso acudir a juicio en defensa de sus derechos. Los importes de las reclamaciones les eran directamente descontados por los turoperadores ingleses.
Las denuncias por estas supuestas intoxicaciones afectaban a hoteles baleares que han superado todas las inspecciones de salud satisfactoriamente, incluso algunas llevadas a cabo por los propios turoperadores ingleses que después gestionaron reclamaciones.
La investigación comenzó a raíz de la denuncia de varios hoteleros.
Mediante el supuesto engaño y aparente simulación de falsas enfermedades gástricas, los turistas británicos acogidos al todo incluido conseguían causar grandísimos perjuicios económicos, en conjunción con despachos británicos que los captan en España a través de tiqueteros (los denominados “claim farmers”) o a través de webs especializadas.
El cliente y supuesto afectado coopera necesariamente en este entramado interponiendo la oportuna denuncia a través del despacho colaborador. Gracias a ello obtenían las vacaciones gratis que estos le prometieron, repartiéndose los beneficios con los autores intelectuales de la maquinación.
Según la Policía, subyace “un evidente ánimo de lucro en la conducta de aquellos, en tanto que retuercen la normativa de consumo inglesa a su favor, en un claro fraude de ley”.
Recientemente se ha actuado contra el escalón inferior del entramado, el de los tiqueteros, que físicamente promovían la interposición de reclamaciones fraudulentas.
Para poner fin a esta práctica, la Policía se ha puesto en contacto con instancias policiales internacionales a fin de ir contra los verdaderos autores del presunto delito. Los primeros efectos de esta colaboración han sido las recientes condenas de prisión a turistas británicos por tribunales ingleses.
La policía considera que estas decisiones de los tribunales ingleses contra los falsos intoxicados, pueden suponer un antes y un después en esta modalidad de fraude, ya que el efecto llamada que masificó el mismo está empezando a operar en sentido inverso, produciéndose retiradas masivas de falsas reclamaciones en el Reino Unido, ante el temor de tener que responder judicialmente por ellas.