J. L. G. Llagües
De momento no hay una decisión tomada de forma oficial. Pero las administraciones ya están trazando planes. Y el debate está en la calle. El verano está a la vuelta de la esquina y, con él, la celebración de las distintas fiestas patronales que tienen lugar a lo largo y ancho de la isla de Menorca. Sin embargo, la pandemia ocasionada por el coronavirus lo ha cambiado todo, causando el confinamiento actual y dejando entrever una clara influencia en el futuro a corto, medio y largo plazo. Y la pregunta que se hacen muchos es: ¿Qué pasará con Sant Joan y las otras fiestas en Menorca?
El ayuntamiento de Ciutadella ha organizado para el próximo viernes una reunión con la junta de caixers. Las fuentes consultadas apuntan a que será una toma de contacto más. Una cita en la que el tema estará sobre la mesa, pero de momento se descarta que a finales de semana haya una postura definitiva. De hecho, este pasado miércoles la posibilidad de posponer o cancelar los festejos ya se trató de forma oficiosa en la junta de portavoces celebrada en el consistorio. Las opiniones -de grupos de políticos, de concejales de forma individual- son variadas. La cuestión no puede ser eludida. La celebración de unas fiestas tan multitudinarias como las de Sant Joan en la tesitura actual se convierte en un territorio minado. En un escenario difícil.
El estado de alarma está alargado de forma oficial hasta el 26 del presente mes, aunque muchas voces apuntan que seguiremos igual -al menos- hasta el 10 de mayo, con una desescalada progresiva. De ser así, aún quedaría más de un mes para Sant Joan, pero las restricciones respecto a las aglomeraciones lo más seguro es que se mantengan durante meses. Muchos son los medios que han hablado sobre la postura del médico y experto americano Zeke Emanuel (asesor del director general de la Organización Mundial de la Salud y uno de los padres del programa Obamacare) que vaticinaba que hasta otoño de 2021 no habría grandes conciertos. Y eso en Estados Unidos, un país que ha tomado cartas en el asunto de forma mucho más tardía. Esta perspectiva deja muchos interrogantes sobre la celebración de actos multitudinarios.
La cancelación es una opción. Así como el cambio de fechas. Antecedentes hay. Las Fallas de València se cancelaron oficialmente tras una instrucción dictada por el ministerio de Sanidad y aún esperan para decidir un calendario. La edición 2020 del Mobile World Congress de Barcelona se quedó en el tintero tras anunciar la mayoría de las firmas participantes su idea de no acudir. Postergar la celebración de Sant Joan -y el resto de fiestas- es difícil, harto imposible. Llevar Sant Joan, por ejemplo, a septiembre haría que se solapara con otros festejos y no parece opción viable. Además, también está el peligro de deslucir los actos con una asistencia mínima. Los recursos a destinar para que todo vaya bien se encuentran también en la picota, una vez que las administraciones son conscientes de los esfuerzos a realizar en terreno social dada la situación actual.
La preparación de este tipo de festejos también acarrea muchas decisiones. La seguridad es un elemento clave. En cada una de las ediciones, por ejemplo, efectivos de otras poblaciones se han trasladado hasta Ciutadella para reforzar la plantilla local. En una situación como la actual -con muchos agentes haciendo horas extras y esforzándose al máximo- estos detalles han de tenerse en cuenta.
Bujots entre balcones
Lo que sí parece claro es que las tradiciones se mantendrán. De hecho, en días recientes algunos vecinos de Ciutadella han tirado de ingenio para mantener la tradición de los ‘bujots’, compartiendo la celebración entre balcones. Esto es más anécdota que otra cosa, pero a nadie se le escapa que la gente no dudará a la hora de celebrar -aunque sea simbólicamente- sus fiestas patronales durante los próximos 23 y 24 de junio.
Salvar la temporada alta
La cancelación de las fiestas patronales también tiene una vertiente económica. Bares, restaurantes y hoteles ya están sufriendo los efectos de la Covid-19 y la idea del sector es intentar salvar, al menos, la temporada alta. Así lo explica Macià Coll -gerente de Ciutadella Antiga- : “La preocupación por la economía es tan grande que Sant Joan es una gran pérdida (simbólica y económica) pero lo que realmente nos quita el sueño es la afección a la temporada alta. O los impuestos y tasas se bajan proporcionalmente a los beneficios de este año o muchas empresas se van a ver abocadas el cierre. Y eso es un drama”.
… me sabe mal por los jaleos, por las mallorquinas, por los encuentros con los amigotes, por el gin i llimonada, por ses capadetes, el primer toc, la verbena, los fuegos, las avellanas, los caballos y tantas y tantas cosas… pero EN ABSOLUTO por lo otro, toda aquella vertiente confesional que sólo sigue una minoría, que si misas, convidades del bisbe, que el capellán se travista en capellana y se las dé de algo insuflándose el ego a base de postureo… por todo ello sí que me alegro de que no puedan hacerlo, deben estar muy mal anímicamente tras no habernos restregado por la cara SU semana santa como cada año, y si no pueden tener protagonismo tampoco ahora, es que les va a dar algo… pues que se fastidien… bastante nos fastidiamos los que estamos confinados sin festes, eso sí que es serio, no la pérdida de influencia del clero por los continuos zascas a las sempiternas ganas de figurar que tienen