Este sábado se celebra San Isidro, patrón del campo, una jornada muy especial para nuestro sector en la que tradicionalmente, aprovechábamos para reunirnos y reforzar nuestros lazos de amistad como asociación. El año pasado la pandemia nos hizo suspender los actos previstos y de nuevo la prudencia, nos obliga a hacer lo mismo con el deseo que en 2022, volvamos a poder sentarnos juntos alrededor de la mesa. Es verdad que la vacuna nos ha abierto la luz a la esperanza pero por desgracia, el campo de Menorca vive en medio de un escenario complejo y de gran incertidumbre. Podría aprovechar estas líneas para lamentarme y relatar las dificultades a las que nos hemos visto expuestos en este último año. La paralización de la actividad turística como consecuencia de la pandemia también nos ha perjudicado ya que aquellas explotaciones que se dedicaban al engorde y comercialización de carne, a la elaboración de queso o los grandes productores de fruta y verdura cuyos clientes son hoteles y restaurantes, lo han tenido muy difícil para poner en el mercado todo su volumen de producción.
Pero dicen que las crisis, también hacen emerger a la superficie, lo mejor y lo peor de cada persona. Y en este sentido, hemos podido ver como la sociedad menorquina ha apoyado el producto local y de proximidad como nunca antes lo habíamos percibido, donde el pequeño productor dedicado a la comercialización de fruta, verdura y hortaliza, se ha visto recompensado por el consumidor. También Govern y Consell Insular hicieron posible un acuerdo que consiguió que las ganaderías pudieran dar salida a toda la producción láctea generada y con ello, logramos mantener a salvo las explotaciones en riesgo de colapso.
Así mismo, la pandemia movilizó a las tres organizaciones profesionales agrarias de Menorca para erradicar el coronavirus, ofreciendo nuestra colaboración para que mediante los tractores y maquinaria disponible, se pudiera llevar a cabo la desinfección del COVID 19 en las zonas que fuera necesaria. Como sociedad hemos entendido que la solidaridad es indispensable para avanzar juntos y el miedo al contagio, ha reforzado el vínculo emocional que teníamos todos con la naturaleza, con el campo, cuyo disfrute se ha convertido en la mejor válvula de escape para disfrutar de un entorno seguro. Para muestra, el incremento de demanda que generan hoy día los agroturismos.
Los retos y las dificultades siguen estando muy presentes porque la crisis económica es asfixiante y mientras los costes de nuestra producción siguen al alza, los precios están en una senda bajista. Como Presidente de AGRAME, entidad que representa a más de 140 explotaciones agrarias de Menorca desde hace 35 años, seguiremos reivindicando la función estratégica que cumple el campo de Menorca para la Isla, no solo como guardianes del paisaje, uno de los valores más apreciados desde el punto de vista turístico sino también como elemento de cohesión entre pasado, presente y futuro de muchas generaciones de menorquines. ¡Larga vida al campo de Menorca!