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(Fotos) Francisco de Pájaro: el arte de la basura llega a Menorca

El artista internacional prepara una exposición en Oximoron de Maó: "La única diferencia de pintar aquí, es que en la calle todo es más salvaje"

Francisco de Pájaro, en Maó con algunas de sus creaciones (Fotos: Antxón Castresana)
Francisco de Pájaro, en Maó con algunas de sus creaciones (Fotos: Antxón Castresana)

Hacer arte con un colchón usado, sillas astilladas, un sofá desvencijado o los huesos de una motocicleta. O con una simple bolsa de basura que alguien ha depositado fuera del contenedor. Es la aventura de Francisco de Pájaro (El Arte es Basura), un pintor extremeño autodidacta que ha impactado con sus creaciones en Barcelona, Nueva York o Londres. Ahora, ha llegado a Menorca para dejar su huella en el espacio Oximoron de Maó. “La única diferencia de pintar aquí, es que en la calle todo es más salvaje”.

Francisco de Pájaro habla con pausa, cargado de paz. A una velocidad muy diferente de la que requiere su pintura: “Juego con los colores básicos porque vengo de la calle y en la basura tengo que pintar muy rápido; no puedo andar con tecnicismos porque la policía no me permitía pintar”.

Imagen del artista.

Todo empezó en Barcelona, allá por el 2009, cuando la anterior crisis económica le obligó a trabajar en la hostelería. “Salía a pintar en la basura como último recurso, el último cartucho que tenía para poderme expresar. En las galerías de arte de Barcelona siempre cerraban las puertas a mi obra, no había manera de enseñar mi trabajo”, dice este artista internacional.

Juego con los colores básicos porque vengo de la calle y en la basura tengo que pintar muy rápido; la policía no me lo permitía

“Empecé a pintar en la basura de forma accidental, sin saber a donde me llevaría. Pintaba en un colchón, me llevaba una caja de cartón, una silla, un sofá… hasta que en 2013 logré hacer una exposición en Barcelona en la que se interesaron por mi”.

A partir de entonces, reconocido en todo el mundo como “Art is trash”, Francisco de Pájaro lleva sus creaciones a gran parte del planeta. “A partir de ahí me fui a Londres y allí, en los 8 meses que estuve, exploté. La policía me dejaba pintar en la basura, cosa que en España no sucedía. Empecé a viajar a Nueva York, a París… a las ciudades y países más importantes”.

Salía a pintar en la basura como último recurso, el último cartucho que tenía para poderme expresar. En las galerías de Barcelona siempre cerraban las puertas a mi obra

“Ahora me ha traído a Menorca el evento de Oximoron. Aquí me han ofrecido este espacio, me han traído un montón de objetos. Yo les pedí un camión de basura; luego yo lo interpreto según la inspiración que tenga. No suelo planear nada, soy espontáneo y muy intuitivo. Me gusta el enfrentamiento de ver qué puedo hacer con una silla, un sofá, o lo que sea. A ver qué sale de ahí. Que es exactamente lo que yo hago en la calle”.

Caballos en la fachada.

Francisco de Pájaro entiende que pintar en un espacio cerrado necesita más pausa: “La única diferencia es que en la calle todo es más salvaje, porque todo es accidental para mi”, admite. “Yo voy caminando por la calle, o en bicicleta, que es mi caballo, y si me encuentro algo, ese accidente es el que me inspira o me sugiere. En este caso, al pintar aquí dentro en interior, es más reflexivo. Tengo que pensar demasiado y ese es un punto de diferencia con respecto a la calle. Pero también es muy interesante”.

No suelo planear nada, soy espontáneo y muy intuitivo

¿Y esa devoción por los caballos? “Lo de los caballos viene desde niño. Los artistas, cuando somos maduros, tenemos una iconografía que suele venirnos desde la niñez. Desde pequeño pintaba cowboys, batallas bélicas, de indios y pistoleros, la Segunda Guerra Mundial… Así que cuando empecé a salir en la basura, como tenía que pintar muy rápido porque la policía no me lo permitía, el cerebro tenía que ir muy rápido y necesitaba unos recursos, una temática. Entonces empecé a recuperar esos caballitos que hacía”.

Otro de sus trabajos.

“Me gustan muchos los indios. Es una cultura que me encanta. Son los grandes olvidados de la humanidad, han padecido mucho. Y a día de hoy, si investigas un poco, son los más pobres, los grandes marginados. Eran culturas grandes, increíbles, y ahora no son nada. El progreso se los ha comido”.

¿Los caballos? Los artistas, cuando somos maduros, tenemos una iconografía que suele venirnos desde la niñez

Pinturas rápidas, básicas, sin grandes estridencias, pero creativas como pocas. “Aquí, en el interior, lo sigo aplicando igual, ya forma parte de mi color. Si tengo que hacer lienzos o trabajar en papel en mi estudio sí que hago algo más técnico o más reflexivo. Pero cuando pinto en los objetos, en la basura… lo que quiero es acabar rápido”. 

Dice que todavía no ha tenido tiempo de explorar si Menorca es una tierra de arte, que anda sobrepasado con su obra, que se podrá ver desde el 17 de julio. Adelanta sobre su arte que es “como una tragicomedia. Dentro de ese drama o esa tragedia, lo tapo con color. Y si puedo con sentido del humor. Yo quiero ser directo y mi pintura es como yo. Los extremeños somos muy directos”.

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