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“Arriésguese e invierta en un buen síndrome posvacacional”

Un artículo de Miguel Lázaro

"No se le ocurra contratar las vacaciones en una agencia en la que no le garanticen un magnífico estrés posvacacional".
"No se le ocurra contratar las vacaciones en una agencia en la que no le garanticen un magnífico estrés posvacacional".

Cada uno nos construimos nuestras vacaciones. Unos desconectan antes de tiempo, otros precisan de una, dos semanas o incluso, no lo hacen en todas las vacaciones y vuelven al curro mas cansados de lo que estaban antes de irse. Idealizamos tanto las vacaciones, tenemos tantas expectativas con respecto a ellas que no es de extrañar que la frustración sea alta. “Son cortas”,” me saben a poco”, “me ha estresado la familia”, “no me he recuperado” etc. Ingenuamente deseamos que las “anheladas vacaciones” realicen un reset del estrés que acumulamos y que en gran parte nos creamos el resto de los 11 meses restantes

Después de la tralla inmisericorde de la pandemia, quien mas que menos, muchos estamos atrapados por la famosa fatiga pandémica, que no es otra cosa, más que la carga alostática acumulada, en nuestra adaptación al contexto pandémico. Y demos gracias porque somos supervivientes de un virus que se ha llevado por delante a unos 150.000 paisanos. Así pues, volvamos un viejo compañero de viaje, un depredador veraniego crónico y clónico. Lo han adivinado.

Es una mis muchas obsesiones, a la que desde hace años, le dedico, siempre un artículo sin demasiadas aportaciones nuevas: el gran síndrome o estrés posvacional, (EPV), que goza de inmensa popularidad y de una gran bendición mediática. Estamos construyendo socialmente una nueva enfermedad que generara. más hipocondriacos, más gastos, más absentismo laboral y que acabara medicalizada. Pero que se puede esperar de una sociedad que se construye desde la queja permanente y la demanda infantiloide y que canaliza su insatisfacción crónica hacia una medicina donde la tecnología “mágica” sustituye a la palabra y al contacto humanizado.

Solo falte a mi cita con él, el año pasado. Solo están a salvo los más de 4 millones de parados. Esta es la gran noticia. Sin curro no hay EPV. He ahí la inmunización total. He ahí el gran logro del Gobierno. Aumentando el paro se acabó el temible estrés.

Existen cinco criterios básicos para padecerlo: no estar criando malvas, tener job, mini job, ser fijo discontinuo, temporal o sustituto, haber tenido vacaciones y haber superado el estrés vacacional familiar y las salmonelosis estival, no haber sucumbido en las diferentes operaciones retorno y tener amigos para contarlo en las tertulias. Farda mucho y da mucha envidia un gran EPV. Los más esnob e intelectualoides se explayan explicando: es la serotonina, son los ritmos circadianos, son las endorfinas, es la música límbica desajustada. La cutrez cognitiva posmoderna no tiene límites. Cada vez se cotiza más. El EPV da estatus, es un gran valor emergente dado el desolador panorama laboral.

Enhorabuena si lo padece: No se le ocurra contratar las vacaciones en una agencia en la que no le garanticen un magnífico estrés posvacacional. Sino cumplen que le devuelvan el dinero. Ojalá el año que viene haya más ciudadanos que padezcan el estrés posvacacional, eso significará que tenemos buena salud y podemos ganarnos el pan con el sudor de nuestra frente.

Ya saben en derrota transitoria pero nunca en doma. Les deseo un gran EPV.


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