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El control de la afluencia turística a base de una estrategia de precio

El economista Rafael Sunyol opina que es mejor utilizar los incentivos y penalizaciones para controlar la llegada de turistas

Deseando volver de vacaciones
Deseando volver de vacaciones
Foto: Pixabay

En el debate de cómo gestionar el turismo para evitar los problemas que se han producido en estos últimos años se han puesto sobre la mesa varias ideas. Alguna como la de poner límites a la entrada de turistas. Pero el economista Rafael Sunyol, según explicaba en una entrevista esta semana en Radio Menorca, es más partidario de jugar con alguna fórmula de precios que permita ensanchar la entrada a la isla en los meses en los que se intenta desestacionalizar y estrecharla en los momentos en los que hay más demanda.

Los principales problemas por la masificación que hay que resolver son:
– La masificación provoca que la imagen que vende la isla al mundo, con valores como naturaleza, tranquilidad y calidad no estén en los principales meses del verano en los que cualquiera se agobia por tal cantidad de gente en las zonas más turísticas.
– Dificultad en acceder a los servicios: hacer cola para entrar en un lugar a visitar, no encontrar ningún restaurante con mesas disponibles, que no se pueda aparcar para ir a la playa,… genera mucha insatisfacción en los visitantes.
– El consumo de recursos naturales se intensifica. La huella ecológica hunde todo su peso con una mayor cantidad de personas que utilizan recursos hídricos, que contaminan, que desgastan con el uso diferentes elementos comunes.

Según Sunyol, si se encuentra una fórmula en la que se premie de alguna manera a que el visitante venga o vuelva en un momento distinto al que coincide con las vacaciones escolares.

También se puede regular el perfil de cliente según su poder adquisitivo o buscar fórmulas que permitan que el turista reserve de manera anticipada, no solo el billete y el alojamiento si no también otros servicios de la oferta complementaria de manera que las empresas puedan gestionar mejor los recursos y plazas disponibles y sea más difícil responder “está todo completo”.

Para Sunyol, limitar como se hace en otros lugares, como Formentera, no es fácil de replicar en Menorca porque estas islas no son iguales. Además, todo lo que suene a prohibición o limitación se tiñe rápidamente de impopular y crea rechazo.


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