Si en nuestra vida no ha habido especiales sobresaltos, o si los ha habido y han sido más o menos llevaderos, es cierto que a partir de una cierta edad solemos tender a pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor. Pero también es posible que a veces lo que añoremos de verdad sea, más que la posible bondad del tiempo pasado, la juventud irremediablemente perdida, sobre todo si creemos que en ella podríamos haber hecho más cosas de las que luego realmente hicimos.
Así, dependiendo de cada circunstancia personal, es posible que pensemos, por ejemplo, que quizás deberíamos de haber estudiado un poco más entonces, o habernos divertido algo más, o haber cambiado con una cierta frecuencia de trabajo, o haber seguido quizás siempre en el mismo empleo, o habernos declarado a la persona de la que estábamos enamorados secretamente, o haber aprovechado en general algo mejor el tiempo, o haber amado tal vez un poco más, o haber sufrido quizás un poco menos.
Aun así, es también igualmente posible que haya personas que consideren que el tiempo verdaderamente mejor es el que están viviendo ahora, con independencia de la edad que puedan tener en estos momentos, porque se sienten bien y con ganas de vivir y de afrontar cada día como si en realidad fuera el primero de sus vidas y aún quedasen muchos días para que llegase finalmente el último que en su momento habrá de venir.
En ese grupo concreto de personas podríamos incluir también a todas aquellas que en el pasado padecieron de forma directa una guerra o vivieron bajo un régimen autoritario, mientras que hoy por fortuna pueden vivir en paz, en democracia y en libertad. También podríamos incluir en ese grupo a las personas que han estado gravemente enfermas y que han podido superar por completo y satisfactoriamente su enfermedad.
Más allá de todo lo que nos sugiere o nos pueda llegar a sugerir la que quizás sea la reflexión poética y vital más conocida de Jorge Manrique, creo que las restantes reflexiones existenciales presentes a lo largo de sus Coplas son válidas casi para cualquier época y casi para cualquier ser humano, incluidas aquellas reflexiones que hacen referencia a la pérdida de un ser querido, que en ese caso concreto era el padre del poeta castellano.
De aquel extraordinario y magnífico poema, hay seis versos que a mí me gustan muy especialmente y que de algún modo también haría míos, porque en ellos se nos muestra, si somos creyentes, una manera muy hermosa de valorar nuestras propias vidas y el paso irremediable del tiempo. Esos versos dicen así: «Este mundo bueno fue/ si bien usáramos de él/ como debemos,/ porque, según nuestra fe,/ es para ganar aquél/ que atendemos».
… el mejor tiempo es el presente… es NUESTRO tiempo, el que estamos viviendo… vivir en el pasado es enfermizo, y esperar el futuro -o la muerte, el final de todo, como hacen los que creen en tonterías de otras vidas- un estrés innecesario, pues ya llegará en cuanto tenga que venir… somos humanos, vivimos en sociedad que nos hemos creado a nuestra imagen, y vivimos como queremos… buen año 2022