Será muy difícil que Menorca consiga los objetivos de la Agenda 2030 en tema energético

Cuando se establecieron los objetivos de la Agenda 2030 se establecieron cifras muy ambiciosas. En Menorca se apostó por una verdadera transición energética que apuesta por la gradual sustitución de los combustibles fósiles para la generación de energía.

La guerra en Ucrania y los vetos al petróleo ruso pueden forzar a que este cambio vaya un poco más rápido pero, de hecho, no hay una percepción de que estemos en el camino de ni tan solo acercarnos a las cifras de producción que se establecieron en su momento. Con poco más de un 3% de energía generada por renovables, el 80% al que se esperaba contar a ocho años vista se antoja más que difícil.

Además, en tema energético, hay otras cuestiones a revisar. La pobreza energética es un concepto que explica la dificultad o imposibilidad de las familias de satisfacer los costes que supone tener electricidad en casa. Según se desprende de los ayuntamientos consultados esta semana por Radio Menorca, hay disparidad de opiniones. Como Es Migjorn Gran niega pobreza energética en su municipio, en Maó sí que constatan las dificultades de familias que se acogen a planes de ayuda puntual.

El aumento del precio de la electricidad también ha tenido que ver con esta situación. Los servicios sociales atienden la vulnerabilidad de un número de familias que ha acusado varios factores que han dificultado el pago de sus facturas de luz. Además del aumento del precio de la propia luz, se suma la inflación. En Ciutadella también constatan que hay familias vulnerables, aunque son pocos casos (con datos de 2021).

Otras entidades sociales y las propias compañías generadoras de energía tienen bonos sociales o ayudas concretas para ayudar en estos casos puntuales a quien no puede asumir los pagos.

Los planes de desarrollo municipal e insular van acercando los objetivos; compra de vehículos eléctricos, instalación de placas en aparcamientos públicos, fomento de puntos de recarga y similares. Sin embargo, aunque el ritmo en implementación vaya ‘in crecendo’ queda lejos del listón que marca Naciones Unidas. En el caso de un ayuntamiento como el de Maó, la compra de un vehículo eléctrico (o híbrido) se realiza cuando es necesario, no por capricho.

Eso significa que va al ritmo de la renovación del parque actual. Así, difícilmente se puede acelerar el proceso para adecuarlo a lo que pide la Agenda 2030. Si eso lo trasladamos al ámbito privado, el proceso de avance es muy desigual y responde también a la oportunidad o a la necesidad. En tiempos de incertidumbre, la apuesta por instalar placas fotovoltaicas o comprar un coche eléctrico se frena en seco.