El primer puerto del mundo que ha implementado a gran escala el sistema de biorremediación con mejillones ha sido el de Nueva York. Las conclusiones de los investigadores de la Administración Oceánica y Atmosférica norteamericana son claras: los mejillones consiguieron filtrar bacterias, microalgas, sedimentos, hidrocarburos, metales pesados e incluso microplásticos, mejorando notablemente las condiciones biológicas y físico-químicas de las aguas portuarias de la ciudad de norteamericana.
Autoridad Portuaria de Baleares pone ahora en marcha este proyecto en el puerto de Palma, y lo hace con mejillones aportados por los mariscadores de Menorca. Se trata de un estudio dirigido por el Centro Oceanográfico de Baleares, que ha confirmado su viabilidad y supervivencia tras superar las primeras pruebas.
Se han instalado cuatro cuerdas, cada una con unos 30 mejillones y los primeros cálculos realizados por los científicos aseguran que unos 4.000 metros de cuerda de mejillón, que estarían instalados y ocultos bajo algunos pantalanes, sin molestias para los navegantes o usuarios, podrían filtrar toda el agua del puerto de Palma cada tres meses, ya que un solo mejillón filtra hasta dos litros de agua por hora. Estos cálculos previos serán finalmente validados en la segunda fase de estudio.
De hecho, diferentes estudios, como el del laboratorio marino de Plymouth, en el Reino Unido, confirman la capacidad de los mejillones para eliminar los pequeños plásticos flotantes, comprobando que un grupo de solo 300 mejillones podía filtrar hasta 250 mil piezas de microplásticos cada hora. Los resultados permiten afirmar que los mejillones podrían reducir con rapidez hasta el 25% de los microplásticos que flotan en el mar.
A día de hoy no existe una fórmula de filtrado y depuración de aguas portuarias más barata, ecológica y sostenible que la implementada en el puerto de Palma. Además, según los expertos, los mejillones no tendrán que ser sacrificados, ya que podrán vivir todo su ciclo vital sin padecer por el hecho de vivir en un puerto, donde hasta hace pocos años eran habituales. Los elementos contaminantes serían finalmente recuperados y eliminados según la normativa vigente. Estos moluscos, por tanto, podrían devolver a las aguas portuarias su balance ecológico, aunque para ello se tarden años o décadas, de una forma natural y equilibrada con el medio.
Por otra parte, los mejillones en ningún caso se destinarán al consumo, sino que su misión será únicamente filtrar, oxigenar y ayudar a mejorar las aguas portuarias, y tal vez en el futuro también a zonas próximas a emisarios, aguas de deficiente oxigenación y renovación o con exceso de aportes de fertilizantes de origen agrícola.