La última ola de calor marina tuvo lugar el pasado 9 de agosto con una temperatura superficial del agua de mar de 29,11°C en Baleares, que corresponde a 3,29 grados por encima de la media de ese día en el periodo 1982-2015. El 20 de julio se registraron 28,19°C, que se sitúa 3,4 grados por encima de la media de ese día en los últimos 40 años; y en la tercera semana de junio se alcanzaron los 26 °C, no habituales en esa época del año.
Son datos de las tres olas de calor marinas que se han registrado este verano ofrecidas por la publicación ‘Pasión por el mar’ donde señalan que el director del Sistema de Observación y Predicción Costero de Baleares (ICTS-SOCIB), Joaquín Tintoré, considera que “es un signo “muy serio” del deterioro climático”.
Estos datos, además, confirman las previsiones de los investigadores y lo que los científicos llevan diciendo desde hace años: “El cambio climático implica un incremento de la temperatura a nivel general y de los fenómenos extremos, que son las olas de calor en verano y los temporales en invierno”, según manifiestas desde ‘Pasión por el mar’.
Tintoré explica que estas temperaturas al alza y eventos extremos de calor “amenazan los ecosistemas marinos y afectan a especies marinas y hábitats como la posidonia oceánica, y a la biodiversidad al tener impactos como la acidificación del mar, y pueden favorecer la proliferación de medusas, algas nocivas o alóctonas”. “Tiene repercusiones importantes en los distintos elementos del ecosistema, de la posidonia a las pesquerías”.
“Además, al estar el mar más caliente, genera más intercambio con la atmósfera, más humedad y en cuanto haya un aire más frío como el que hay en estos días, lo que genera son posibilidades de tormentas extremas”, ha explicado Tintoré a ‘Pasión por el mar’.