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Las cartas perdidas de Margaret Murray

El hallazgo casual de la correspondencia de la pionera arqueóloga en Menorca motiva una investigación que lleva a cabo Cristina Rita

Margaret Murray
Margaret Murray
Foto: blog Mujerícolas

Margaret Alice Murray (1863-1963) fue un personaje relevante dentro de la ciencia de su tiempo además de un personaje con una vida digna de ser llevada al cine. Esta antropóloga anglo-india inició en 1894 sus estudios de egiptología especializándose en escritura jeroglífica en la Oxford University lo que la convertiría en la primera mujer egiptóloga. También fue la primera persona que realizó una excavación arqueológica moderna en Menorca.

Fue la primera mujer en ser nombrada profesora de arqueología en el Reino Unido, trabajó en el University College London (UCL) de 1898 a 1935. Fue presidenta de la Folklore Society desde 1953 hasta 1955, y publicó ampliamente en el transcurso de su carrera. Hasta 30 libros. Incapaz de regresar a Egipto debido a la Primera Guerra Mundial, centró su investigación en la hipótesis del culto de las brujas, la teoría de que los juicios de la primera cristiandad moderna eran un intento de extinguir una religión pagana precristiana sobreviviente dedicada al Dios Cornudo.

Vivió en Menorca entre los años 1930 y 1931 donde desarrolló su interés por la folclorismo. Continuó publicando en forma independiente hasta su muerte.
Volvamos al momento de la primera excavación científica de un yacimiento menorquín. La investigación fue encargada por el Museo de Etnología de la Universidad de Cambridge. La expedición estaba formada por Edith Guest (fotos y planos), Hilda Campion y John Vernon (ayudantes de la excavación) y Balakrishnan Nayar (encargado del templo de Torreta).

El trabajo fue recogido en tres volúmenes fundamentales para el estudio de la arqueología prehistórica, Cambridge Excavations in Minorca (1931-34), que incluían más de cien páginas con imágenes y fotografías. El primero ha sido traducido, en la Revista de Menorca, en 1933, por Juan Flaquer y Fábregues. Murray también hizo referencia a la cerámica ibérica, la defensa de la finalidad religiosa de las taulas y el estudio de la trepanación de los cráneos en época prehistórica.

La curiosidad de Murray la llevó a repetir. Volvió años más tarde para conocer la isla del Lazareto. Quien la conoció apuntaba que era de baja estatura, una vivacidad casi infantil y se entusiasmaba hablando de egiptología, disciplina de la que se convierte en una de sus máximas divulgadoras, a la vez que la primera mujer que tiene un impacto definitivo en este oficio.

En una revisión del fondo bibliográfico del museo, Cristina Rita, presidenta del Institut Menorquí d’Estudis, topa por casualidad con cartas que Murray escribió a diversos destinatarios. Por un lado a quienes podían dar permiso para la ejecución de las excavaciones. Hernández Sanz es una de esas figuras que entabla conversación epistolar con la arqueóloga. También están las cartas en las que informa de los progresos a sus superiores en Gran Bretaña. De todo ello, Rita espera conseguir una fotografía social y cultural de la Menorca de ese tercio del siglo XX donde era inédito que una mujer científica mostrara interés por las huellas de la historia enterradas al pie de sus monumentos.


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