Optimista, convencida de que hay una solución pacífica que puede cambiar el gobierno talibán y la represión que actualmente sufren tanto hombres como mujeres.
Nadia Ghulam es una escritora y refugiada afgana en España. Durante diez años se hizo pasar por su difunto hermano para evadir las rígidas prohibiciones del régimen talibán contra las mujeres. Años más tarde, narró esta experiencia por medio de la novela ‘El secreto de mi turbante’, que escribió junto con Agnès Rotger y que le valió el Premio Prudenci Bertrana 2010. Actualmente es una de las lecturas obligadas en los institutos de Menorca y, gracias al Fons Menorquí de Cooperació, ha visitado esta pasada semana la isla para comentar de primera mano con los alumnos menorquines sus impresiones.
El año 1991, durante la guerra civil afgana, resultó malherida cuando la casa de la familia Ghulam fue destruida por una bomba. Salió del hospital, seis meses y catorce operaciones después, con cicatrices en el rostro, que la marcaron para el resto de su vida. En aquellos momentos los talibanes habían conseguido el control del país y, a raíz de la guerra, su familia lo había perdido todo. Su hermano había muerto y el padre se encontraba en un estado precario de salud y ni ella ni sus hermanas o la madre podían trabajar por el hecho de ser mujeres. En este momento, a la edad de once años, decidió cambiar de identidad y hacerse pasar por su hermano Zelmai para poder trabajar y alimentar a su familia. En 2006, gracias la Asociación para los Derechos Humanos en Afganistán (ASDHA), llegó a Barcelona, ciudad en que vive actualmente con sus padres adoptivos. Se encuentra implicada en diferentes iniciativas para ayudar su país.
Además de ‘El secreto de mi turbante’, ha escrito ‘Cuentos que me curaron’ (2014), con Joan Soler, y ‘La primera estrella del anochecer’ (2016).
Nadia reflexiona sobre la manera en la que su pueblo vive como esclavo del actual régimen dictatorial. Denuncia que muchas personas están muriendo de hambre. Lamenta que las tasas de analfabetismo sean tan grandes. Explica en una entrevista a Radio Menorca que cuando los estudiantes de la Universidad protestaron porque el gobierno no permitía estudiar a las mujeres, la reacción del Gobierno fue cerrar la Universidad, de manera que ahora ni los propios hombres pueden seguir estudiando.
Nadia advierte que la comunidad internacional, desde que se fueron las tropas de Estados Unidos, está mirando hacia otro lado y no quiere admitir que el pueblo afgano necesita ayuda. También le preocupa que los escasos recursos hídricos de las montañas se están canalizando hacia otros países para hacer negocio mientras que el agua falta para la ciudadanía.
En una frase resume su llamamiento a quien lo quiera escuchar; no envíen armas, envíen lápices y libretas. Nadia tiene esperanza en que la educación, la libertad y la cultura podrán ayudar más a su pueblo que armas para defenderse del gobierno talibán.
… tiene razón en decir que hace falta mandar libros, lápices y libretas… la mejor manera de hacer progresar a una sociedad bajo en yugo de una creencia religiosa, es revertirlo y extirpar sus creencias… INFORMACIÓN, CIENCIA y CONOCIMIENTO… ahuyentar el fanatismo religioso y los dogmas que les condicionan de sus creencias, y así liberarán a las nuevas generaciones y saldrán del pozo infecto en que éstas les tienen sumidos…