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“Navidades infelices”

Un artículo de Adolfo Alonso

Adolfo Alonso.
Adolfo Alonso.

Para escribir sobre filosofía, sociedad o política, desde la literatura, en el género literario editorial, es necesario un impacto o una impresión.

Yo he tenido varios estas navidades y me parece que no estamos en una sociedad feliz.

Comenzó con las negociaciones para la investidura y los acuerdos y pactos, socios o como se quiera llamar; después las afirmaciones sobre los jueces con nombres y apellidos que exceden de lo que es la educación, la responsabilidad de un representante de la soberanía nacional y la inmunidad parlamentaria, y el choque del ejecutivo y del legislativo con el poder judicial; seguimos con el discurso de Navidad del Rey y terminamos con la alcaldía de Pamplona.

Solo puedo mencionar como  positivo el discurso del Rey y su reivindicación de la Constitución y de los valores que encierra. Parece que está cumpliendo. ¿Quién puede pensar en una tercera república para España, con el clima y la política general que se está haciendo?. Ni siquiera los independentistas catalanes piensan en la republica sino en quedarse quietos. Artur Mas dice que mientras tanto hay que aprovechar el regalo del cielo. Yo no tengo claro que sea un regalo o un caramelo envenenado, lo que sí creo es que en la dialéctica histórica que tenemos es totalmente inútil. No soluciona nada de futuro y desestabiliza a la sociedad de presente aunque inviste una presidencia de gobierno por una legislatura.

Si yo fuera independentista de una Ínsula Barataria, por no poner nombres de nada real, sino un ejemplo quijotesco, tensionaría todo lo que pudiera el clima político del corral, por aquello de cuanto peor mejor, e intentaría desestabilizar el poder del señor con el de la asamblea de insulanos y con el juzgado de paz. Y esto es lo que están haciendo algunos con la amnistía, Pamplona y los jueces del supremo y la nueva palabra de moda, que casi nadie conocía sobre la politización de los jueces. 

Soy jurista y abogado en ejercicio, especialidad derecho de familia, nada menos, o sea el caos judicial lo vivo cada día de forma muy dolorosa para las personas en tal medida que puedo afirmar que no hay justicia en España en estos momentos. Conocemos lo que son los jueces y los juzgados y los fiscales, especialmente los del Supremo. Son técnicos altamente cualificados que se creen que la independencia es fundamental para una sociedad. Son monolíticos, piensen lo que piensen políticamente cada uno, sean el desastre que sean los juzgados en todo el país. El “déjennos en paz “ del Presidente del Consejo General del Poder Judicial, pasará a la historia como el “joder que tropa” de Romanones. Se les puede criticar por muchas cosas, pero precisamente por esta no. A Colau en Barcelona se la intentó judicializar hasta el punto de que los jueces han dicho que ha sido inaceptable. Unos dicen que los jueces están politizados y los jueces dicen que les dejen en paz los políticos y que no judicialicen la política.

En este clima navideño llega lo del Ayuntamiento de Pamplona, y la moción de censura, sacando a UPN para meter a Bildu con el voto del Partido Socialista. Dos posibles candidatos a concejales por el Partido Socialista no han querido ni entrar y han rechazado su acta. Aquí hemos llegado al insulto, que no es lo mismo que Ortega Smith en el Ayuntamiento de Madrid o en la calle, pero que también nos ha vuelto a casa por Navidad.

Leo que los de Bildu para “arropar” al nuevo alcalde, tenían concentración con servicio propio de “seguridad”. No era suficiente al parecer ni la policía autónoma, ni la policía nacional ni la policía local. Esto me ha recordado a las milicias populares y las escuadras de los partidos políticos de antaño. Hilo la amnistía con la moción de censura y los apoyos de ambos puntos. No voy a entrar en la insoportable banalidad de la palabra política de todos. El partido socialista , y sus militantes, están siendo muy insultados cuando no intimidados. Se podrá discrepar pero no insultar ni agredir, esto ha de cortarse ya, y los políticos de la derecha tienen esta responsabilidad. Una vez más, es inadmisible, sean cuales sean las razones políticas, la violencia verbal o física. Por muy discutible que sea la forma de hacer política de los partidos, no se debe llegar ahí por nuestra propia historia.

Los cambios de posiciones generan frustración, que no todos los miembros de los partidos políticos saben controlar, determinadas cosas quizá no están en tiempo. Los ciclos históricos, se miden en generaciones, hay cosas que deben esperar más de una generación y años de olvido, no se pueden acelerar estos ciclos.

Una amnistía y dar un ayuntamiento a un determinado partido político que viene del mundo de la violencia extrema asesina y terrorista necesita de dos generaciones al menos y una pedagogía de perdón y de formación de la historia. Un terrorista o un violento es lo que es y no existe el militante fluido políticamente. Que un partido con miembros asesinados, ceda  poder a quienes guardaron silencio, cuando menos, o dieron cobertura  social o ideológica a los asesinos, de ellos y  de otros partidos, es demasiado duro aun ,como para considerar en hacerlo. La imagen es para herir la sensibilidad, pero no para responder con violencia.  Las heridas siguen. Las contradicciones son demasiado evidentes como para incurrir en ellas. Hay demasiada infelicidad en demasiadas personas como para poder gobernar en paz. No se podrá gobernar así y no habrá felicidad social.

Existe una grieta creciente entre la sociedad y los políticos,  que ha llevado a la crispación  y está llevando a la confrontación civil . Los responsables son los políticos . Únicamente el nivel de crispación no ha llegado con igual intensidad al ciudadano debido a la propia sociedad civil, aún impactada por las historias familiares de la Guerra, por el Franquismo, la Transición y la Constitución. 

Pero las generaciones pasan y el recuerdo de la Guerra Civil y todo lo demás se va diluyendo. Si una sociedad pierde la estabilidad política, los caminos por los que cada uno intente llegar a la felicidad son imprevisibles y más aquí.

Los mensajes que llegan desde el poder ejecutivo  son tan positivos que no por ser bonitos o quizá bienintencionados dejan de parecer propagandísticos o irreales, o producto de la vieja definición aplicada a Suarez de “Síndrome de la Moncloa”. Como ya no hay debate, sino insultos y gracietas, y nadie se fía de nadie, resultan desgraciadamente increíbles, para muchas personas.

No debemos seguir por ahí, es necesario parar y esperar. Estamos en Navidad pero esto  no es una fiesta.


Comment

  1. … eres un AMARGADO… pero no cuela lo de intentar proyectarnos tus neuras… en las elecciones nos hemos librado de la ultraderecha, los catalanes están controlados y medianamente satisfechos porque ahora se habla con ellos en vez de aporrearlos, los simpatizantes de los terroristas de antaño ahora están reformados e integrados en la sociedad democrática, la moción de censura en Navarra es completamente legal, como todo lo de la política de los últimos años, no hay golpe de estado ni leches, los políticos que están en el gobierno hacen lo que hace tiempo que les pedíamos que hicieran, que es hacer política, negociar, llegar a acuerdos, ceder y construir… la Constitución que esgrime el monarca se ha empezado a reformar, ahora con lo de la mención a los disminuidos, lo siguiente quizás la ley sálica, la inviolabilidad del rey o el concordato, las leyes se cambian… la crispación no la veo por ningún lado, salvo por ciertos lobbies de presión de la derechona que han perdido el norte y se comportan de manera abyecta, pero en realidad es un bluff, la gente no está crispada en absoluto, nos lo pasamos bien en fiestas, sólo columnistas interesados que ven fantasmas e intentan contagiarnos sus tonterías de manera interesada… hay que ver cómo son algunos, montándose películas… qué ridículos…

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