Un total de 445 pacientes han asistido a lo largo de 2023 a la Escuela de Espalda de la Unidad de Fisioterapia del Área de Salud de Menorca. Se trata de la cifra más alta del balance de esta actividades de los últimos tres años y representa un incremento del 72,4% respecto a 2022 (cuando se registraron 258 pacientes) y del 117 % respecto a 2021 (con 205 pacientes).
Los pacientes que acuden a estas terapias grupales tienen lumbalgia, cervicalgia o dolor de espalda crónico y son derivados a la Escuela de Espalda desde la consulta del médico rehabilitador o directamente desde el médico de familia. El objetivo de estos talleres que imparten los fisioterapeutas es ayudar a los pacientes a adquirir buenos hábitos de higiene postural y que aprendan una pauta de ejercicios para realizar posteriormente en casa.
Los talleres se realizan en grupos reducidos de un máximo de diez personas y constan de seis sesiones de una hora, que se llevan a cabo en los centros de salud Canal Salat de Ciutadella, Verge del Toro de Maó y en el Hospital Mateu Orfila. Se realizan ejercicios de estiramientos, movilidad y fortalecimiento de la columna y se dan pautas posturales y de ergonomía.
Se trata de reducir las molestias que sienten los pacientes, hacer educación para la salud para evitar aspectos como el sedentarismo y el reposo cuando hay molestias y/o dolor , prevenir lesiones y empoderar a los pacientes haciéndoles parte activa de su tratamiento, según explican Maria Pons y Patricia Melià, coordinadoras de la Unidad de Fisioterapia. Ambas profesionales destacan la creciente prevalencia de las patologías lumbares y cervicales y la importancia del ejercicio físico y de mantener un estilo de vida activo para prevenir muchas de las patologías musculoesqueléticas y mejorar la salud en general.
Para abordar el dolor crónico, los fisioterapeutas del Área de Salud de Menorca cursaron una formación el pasado mes de julio para actualizar conocimientos y competencias en estrategias basadas en los últimos avances de la neurociencia y fisioterapia.
Científicamente está demostrado que este tipo de dolor no tiene una causa física sino que ha generado cambios en el cerebro convirtiéndose este en quien controla las sensaciones que percibimos de dolor; así, el único tratamiento exitoso científicamente demostrado es un tratamiento activo.