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“Burnout: ¿Yo quemado?”

Un artículo de Beatriz Vilas

"Hace unos días, uno de mis clientes me contaba que él no podía descansar de su trabajo, que siempre tenía que estar haciendo algo y que no paraba de trabajar nunca".
"Hace unos días, uno de mis clientes me contaba que él no podía descansar de su trabajo, que siempre tenía que estar haciendo algo y que no paraba de trabajar nunca".

Es impresionante cómo muchas veces no somos conscientes de cómo nos encontramos y cuál es nuestro estado emocional.

Hace unos días, uno de mis clientes me contaba que él no podía descansar de su trabajo, que siempre tenía que estar haciendo algo y que no paraba de trabajar nunca.

Añadía que solo pensar en la Semana Santa y sus 5 días de descanso, ya se estaba poniendo enfermo, ¿qué voy a hacer sin trabajar?

¡Vivir!, le contesté yo y automáticamente le dije que tal vez deberíamos comenzar a trabajar en esto y comenté el caso con una colega psicóloga clínica para trabajar en conjunto con él.

Esto, por desgracia, es más habitual de lo que parece, a mi me ocurrió años atrás en un momento de mi vida, hasta que ello, me llevó a enfermar y tener que ingresar en el hospital por problemas estomacales importantes.

Hoy en día cuido tanto de mi salud física como emocional y cuando detecto que puede volver a ocurrirme, me libero de obligaciones que me pesan y vuelvo a empezar de cero.

Cierro etapas laborales que no me aporten y me centro en lo que si me aporta.

Entiendo muy bien los síntomas porque los he padecido y cuando llegan a mi despacho enseguida lo veo, pero sin exagerarlo y pasarme al otro extremo.

Es cierto que los que amamos lo que hacemos, como es mi caso, que disfruto enormemente con mi trabajo, ir a trabajar no es un problema sino todo lo contrario.

Es por ello qué este trastorno, se da en personas que aman sus profesiones y que se sienten bien con lo que hacen, incluso mejor que con lo que tienen fuera del trabajo.

Les motiva más trabajar que sus vidas personales, pero el problema en término general no está en su entorno afectivo, aunque también pudiera haber un problema ahí, sino que su inmersión profesional es tan satisfactoria para su Ego que no encuentran placer fuera de ella.

Todos necesitamos sentirnos amados, queridos y reconocidos y es a través del trabajo donde lo conseguimos.

Pero ¿qué ocurre cuándo nos pasamos de vueltas? Que el resto del mundo se nos hace pequeño . No tiene que ver con nuestra pareja o amigos, tiene que ver con nuestra necesidad de ser amados, los demás pueden querernos con toda su alma, pero no ser suficiente para nosotros.

Finalmente, esto se hace una gran bola y cuando nos queremos dar cuenta, tampoco el trabajo nos importa y comenzamos a perder las ganas de trabajar y nuestros clientes nos dan igual, hemos perdido el norte y ya no nos importa nada.

Es por ello que se suele dar en profesiones liberales, médicos, abogados, arquitectos, autónomos en general y por supuesto, escritores y demás artistas.

Nos “hemos quemado”, que es la traducción literal del burnout, y ya no hay marcha atrás.

Por ello es tan importante hacer una prevención con los síntomas que comenzamos a padecer, cansancio excesivo, stress, ansiedad, aburrimiento, desinterés por los problemas de los demás, disminución del rendimiento laboral, hasta llegando a tener pérdidas de memoria y finalmente nos comenzamos a sentir mal físicamente, molestias estomacales, jaquecas, malestar físico tipo gripal, baja energía…

Cuando comiences a sentirte así no lo dudes, acude rápidamente a un especialista en la materia y comienza a trabajar en ello, porque la detección precoz es fundamental para no “acabar quemado”.


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