Cuanto nos asustamos cuando nos sentimos frágiles y necesitamos apoyo. Las muletas humanas no se compran en las farmacias y es el mejor medicamento que existe. Cuanto nos concilia con nuestra esencia humana volver a contactar con los que nos hace más humanos. Como nos sorprende lo que siempre ha estado ahí: el vínculo de apego sólido, sostiene nuestras vidas.
La vulnerabilidad, la interdependencia, – amenaza para nuestro individualismo y narcisismo omnipotente -, y la soledad existencial son compañeras inseparables a lo largo de nuestro trayecto vital extraordinariamente limitado en el tiempo, además de la existencia del dolor, el miedo, el sufrimiento, el deterioro y la muerte. La condición esencial de nuestra naturaleza humana individual es la situación de indefensión con la que nacemos y que nos acompañara a lo largo de toda nuestra existencia. Influye de forma decisiva en la manera de relacionarnos entre nosotros y condiciona de manera determinante las estructuras sociales en las que basamos nuestro sostenimiento y la satisfacción de nuestras necesidades.
Hay en todo momento de la existencia una situación de complementariedad entre el individuo y su entorno y esa situación de dependencia psicoemocional seguirá presente en nuestra vida, siendo las primeras y fundamentales, en el nacimiento y al final de la vida, donde la indefensión emocional y corporal son prevalentes. No podemos ser más humanos por lo que nuestra opción y reto es re-humanizarnos, contactar una y otra vez con, lo más intrínseco de nuestra naturaleza humana, buscando relaciones de horizontalidad basadas en la cooperación mutua y en un contexto prevalente de agradecimiento y de actitud compasiva.
Ahora que más del 80% de la gente que fallece está sana y que somos pacientes crónicos pero no clónicos, como cree una medicina deshumanizada y supertecnológica, nos asalta la soledad y con ella la depredadora depresión, que inhibe nuestra interacción social. Lo sabemos, las enfermedades crónicas, la soledad y la depresión pueden ir de la mano.
Para las personas de a partir de 70 años que sufren una enfermedad crónica, la soledad a menudo es un factor que complica las cosas. Hay estudios que han hallado que los sentimientos de soledad aparecieron después del inicio de los problemas crónicos de salud, incluso en las personas que han estado con la misma pareja durante 50 años o más. La calidad de nuestros lazos sociales influye a la hora de afrontar los efectos de las enfermedades graves en la vejez. Y solamente tener una pareja quizá no sea suficiente. No es nada nuevo la mejor medicina es la amistadilina.
Ya saben en derrota transitoria pero nunca en doma.
… es cierto, y funciona mucho mejor que los consuelos espirituales metafísicos que son en realidad un bluff, un fake, un bulo… lo mejor que tiene el ser humano es la campañía de otros seres humanos, porque vivimos en sociedad y hemos creado una comunidad de humanos para apoyarnos los unos a los otros… no necesitamos fantasías confesionales ni tonterías de cielos y mundos del más allá, memeces que sirven sólo como efecto placebo para facilitar el éxitus a personas impresionables… nuestro congénere es nuestro mejor apoyo… por eso debemos esforzarnos en llevarnos bien con todo el mundo…