Sostengo la máxima de dime que estrés te fábricas y te diré quién eres. Lo que me lleva a la afirmación de que el estrés que tenemos dice más de nosotros que la caligrafía. Esa es la firma epigenética que nos caracteriza. Se podría decir que cuando nos preguntan quiénes somos, podríamos contestar que yo soy mi genoma, mi ambioma, mi epigenoma, mi microbioma y mi neuro plasticidad.
Genoma y ambioma no se eligen, pero, deberíamos centrar nuestras energías en aquello que podemos controlar, según la máxima estoica, y es como interaccionamos con el ambiente (alimentación, sueño, estrés, amigos antiinflamatorios, etc) como cuidamos a la flora intestinal, que ya saben que explica muchos procesos de inflamación de baja intensidad, relacionados con muchas enfermedades que padecemos y que es fundamental en la inmunidad.
Vivir estresado es vivir desbordado por el miedo, aun sin saberlo. Y ya saben ustedes que el estrés es el padre y la madre de la ansiedad, de las alteraciones emocionales y de muchos de los trastornos psicosomáticos. ¿Cómo aprendemos a angustiarnos?: A través de peligros objetivos reales, peligros subjetivamente valorados (fobias), Peligros a nuestras expectativas e imagen de sí mismo.
Existen cuatro situaciones con riesgo de provocarnos angustia: expectativa positiva de alto nivel en peligro, situación que provoque dudas sobre la imagen de sí mismo, cualquier forma de comportamiento que se considere como inútil y cualquier expectativa negativa producirá automáticamente una cierta cantidad de angustia.
El estrés moderno, es un estrés acumulativo crónico que en última instancia surge, no por un des-ajuste entre nuestras habilidades y las demandas del entorno, sino por un desajuste entre lo que deseamos y lo que podemos tener.
Algunos autores hablan de microestresores, sucesos menores o contrariedades: demandas frustrantes que caracterizan nuestras transacciones cotidianas con el médico. Atascos, perder objetos, discusiones de pareja y problemas de relación con los compañeros del trabajo. Esto se relaciona más con una mayor ocurrencia de trastornos físicos y psicológicos.
Ahora bien la vulnerabilidad o la resistencia individual al estrés va a depender de: factores biológicos, factores cognitivos, factores de personalidad y factores ambientales. Factores positivos serían: gozar de estima personal (ese silencioso pero potente autorespeto por uno mismo ), asertividad (tu SI no tiene ningún valor si no eres libre para decir que No ) la imagen que se tenga de uno mismo ( autoconcepto) y la relación satisfacción proyecto personal de vida y situación actual.
Importa más el quién que el que.
Y entre los factores negativos se hallan: Fracaso en relaciones personales (sociales, afectivas, laborales, aislamiento y soledad, roles tradicionales con difícil escapatoria y monotonía, (ama de casa, y cuidado de enfermos crónicos.
Siempre hay que tener en cuenta que no podemos escapar de todas las situaciones de estrés que hay en nuestra vida, ni tenemos que evitar la respuesta innata a las amenazas del medio, pero sí aprender a contrarrestar situaciones que habitualmente nos generan estrés.
¿Por cierto qué tal van de amigos ibuprofenos?
Ya saben en derrota transitoria pero nunca en doma.