El próximo martes, las elecciones en Estados Unidos podrían traer consecuencias importantes para las exportaciones menorquinas, especialmente para el sector quesero, que recuerda con inquietud las políticas arancelarias aplicadas por la administración Trump en 2019. En aquel entonces, la isla sufrió un duro golpe con la imposición de aranceles del 25% sobre productos como el queso fresco, una medida que afectó notablemente a las exportaciones de la Denominación de Origen Mahón-Menorca. Esta denominación, que cada año envíaba alrededor de 170.000 kilos de queso a Estados Unidos, vio en peligro un mercado clave, que representaba en aquel entonces un 7% de su producción anual.
El conflicto arancelario de 2019 tuvo su origen en una disputa entre Estados Unidos y la Unión Europea por las ayudas a la industria aeronáutica. En octubre de aquel año, la Organización Mundial del Comercio (OMC) falló a favor de Estados Unidos, concluyendo que los subsidios recibidos por Airbus desde varios países europeos eran ilegales. En respuesta, el gobierno de Trump aplicó una serie de aranceles adicionales del 25% sobre varios productos europeos, entre ellos, el queso menorquín. Además del queso, otros productos españoles también sufrieron las nuevas tasas, como el aceite de oliva y las aceitunas verdes, mientras que en otros países europeos se gravaron vinos franceses, café alemán y whisky británico, entre otros.
El impacto de la política de “América grande otra vez” no fue menor para España. Según el gobierno español, la subida de los aranceles generó un perjuicio económico de 841 millones de dólares, aunque se reconoció que esta cifra era solo una estimación debido a las variaciones entre los códigos arancelarios aplicados en Estados Unidos y en la Unión Europea. En ese contexto, Menorca no fue una excepción. Para una isla que depende en gran medida de sus exportaciones y que tiene en Estados Unidos uno de sus mercados principales fuera de Europa, la medida fue un desafío considerable. La producción quesera local tuvo que enfrentar un aumento de costes en la exportación, lo que redujo su competitividad y generó incertidumbre entre los productores de la DO Mahón-Menorca.
Desde España, la ministra de Economía en funciones en aquel momento, Nadia Calviño, se expresó en contra de los aranceles y subrayó que la escalada comercial “no parecía ser un camino constructivo”. Por su parte, la Unión Europea ya había comenzado a evaluar posibles medidas de represalia en un caso paralelo ante la OMC que afectaba a Boeing, el competidor estadounidense de Airbus. La disputa, lejos de limitarse al sector aeronáutico, impactó a una amplia gama de industrias y afectó a los exportadores de alimentos en distintas regiones de Europa. Lo que se preguntan hoy los productores es si una posible vuelta de Trump al poder reeditaría estos inconvenientes. La situación comercial es diferente pero el empuje de intereses de las diferentes potencias (China incluida) es un equilibrio muy frágil en el que cada movimiento tiene consecuencias, como por ejemplo en la economía de Menorca.
Con este antecedente en mente, los productores menorquines siguen de cerca las elecciones estadounidenses, conscientes de que una política proteccionista o un nuevo conflicto comercial podría volver a complicar sus ventas en el mercado estadounidense. Sin importar quién gane las elecciones, es probable que la relación comercial entre la Unión Europea y Estados Unidos enfrente ajustes que podrían afectar de nuevo a las exportaciones de Menorca.
La elección de un nuevo presidente en Estados Unidos marca siempre un momento de cambio, y aunque el comercio exterior no suele ser el tema central de los debates, su influencia es determinante. Los queseros menorquines saben que, en un mundo globalizado, las decisiones tomadas al otro lado del Atlántico pueden tener consecuencias inmediatas en las islas Baleares, especialmente en productos tan emblemáticos como el queso de Mahón-Menorca.