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“Canción de alabanza”

Un artículo de Josep Maria Aguiló

Barack Obama.
Barack Obama.

Recuerdo como si fuera hoy la ceremonia de la primera toma de posesión de Barack Obama como presidente de Estados Unidos, que tuvo lugar el 20 de enero de 2009.

De aquel acto me gustaron mucho sobre todo dos cosas, el discurso del propio Obama y el poema que leyó la escritora nacida en Harlem Elizabeth Alexander, que en aquel momento era profesora de la Universidad de Yale.

Su composición se llamaba ‘Canción de alabanza para este día’, y empezaba así: «Cada día hacemos lo que tenemos que hacer,/ caminamos y pasamos al que va junto a nosotros,/ algunas veces miramos en los ojos de los demás,/ y otras no, casi a punto de hablar o hablando».

A continuación, el poema disertaba sobre la posible vida cotidiana de cualquier persona, así como también sobre el trabajo que llevamos a cabo en nuestro día a día, las palabras con que intentamos comunicarnos —no siempre con éxito— y el sacrificio de las generaciones que nos precedieron.

Más adelante, Elizabeth Alexander se preguntaba: «¿Qué pasaría si la palabra más poderosa fuese amor?», un amor que proyectase siempre una «ensanchada aura de luz».

Y esta era su hermosa conclusión: «En la brillante chispa que relumbra,/ en este aire de invierno,/ todo puede ser creado, cada frase puede comenzar./ En el borde, en el margen, en la cúspide,/ esta canción de alabanza es para caminar directo hacia esa luz».

De algún modo, aquel poema estaba mágicamente en sintonía con el primer discurso del entonces nuevo presidente, en especial cuando Obama apeló al esfuerzo conjunto para intentar salir de la crisis y cuando hizo una sentida defensa de valores como la honestidad o la tolerancia.

Obama creía, como muchos norteamericanos y como muchos de nosotros, que la solidaridad, la empatía, la integridad, el respeto y la comprensión facilitan que podamos caminar siempre hacia la luz del amor.

Ojalá no dejemos de caminar nunca hacia esa esperanza y hacia esa luz, guiados sólo por nuestro corazón.


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