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“La eutanasia de Noelia”

Un artículo de Adolfo Alonso

(Foto: UFE GARCÍA - FOTO CLUB ATENEU DE MAÓ)

Estos últimos días, dentro de mi caos personal de trabajo y otros líos, apenas he tenido tiempo para recibir impactos de vida. Voy así, recibiendo “inputs”, pero unos ya ni me afectan ni apelan a mi atención ni reflexión, y hasta me aburren, porque son una suma de hechos mínimos dentro de la situación general descrita en muchos artículos por otros tantos autores. Está bastante definida en todos los sentidos, valores, política, sociedad, narración de lo que vivimos, desencantos, post verdad. Escribir de un hecho puntual sobre una situación inamovible resulta bastante inútil, aburrido para el lector, no solo para el escritor, y una reiteración, una opinión más, que quizá tenga un punto de originalidad, pero que tampoco aporta nada especial en el conjunto.

 

Una juez de Barcelona, ha autorizado la eutanasia de Noelia, de 24 años de edad. El tiempo se para cuando leo algo así. Me detengo en mi vorágine y me quedo parado, quieto, como el gallo a la vista del zorro cuando menos lo espera. Dice la jueza que comprende el amor del padre por su hija pero eso no es suficiente para evitar la decisión de una persona de 24 años que parece que tiene su opinión suficientemente formada y madura, sin limitación de su capacidad.  ¿Cómo no comprender el estado emocional de Noelia? Debería tener las neuronas llenas de ideología o de fanatismo y el corazón demasiado frío como para hacer prioritaria la religión o la ideología frente al alma de un cuerpo. En el fondo, esto es el ser humano, alma y cuerpo.

Los abogados autodenominados cristianos tiran para adelante en contra de la decisión de la niña. 24 años cuando tienes muchos más, reduce a una mujer, cariñosa y afectivamente dicho, a una niña, una chica joven. Sí es una mujer, claro, mayor de edad, pero qué quieren ustedes que les diga de una chica de 24 años. Ella pensará que conoce el mundo y la vida, y otros pensarán, pero cariño si aún estás empezando…. Lo que no empieza es el dolor, la incapacidad, la inmovilidad, y la absoluta desconfianza en lo que será su vida en el futuro. Añadido al dolor físico y al dolor moral psicológico.

Claro que un padre o una madre, no sé realmente que es lo que pasa con sus padres, pueden amar a su hija, y el dolor del adiós, sea demasiado fuerte como para dejar que la hija se vaya, se integre en el universo del que venimos, al que vamos, en el que estamos, en el que cambiamos. El problema lo tiene el legislador y el sistema legal de un país. ¿Cómo saber que es irreversible la decisión?¿Cómo saber si es un momento de depresión o un momento de estabilidad emocional?, ¿Cómo medir el sufrimiento propio y el ajeno? ¿Cómo tener la certeza de que es irrecuperable?.

Esto es, en esencia, el problema de Noelia, y de todos aquellos que como ella se encuentran ante la terrible decisión de marcharse o quedarse, y de sus familias. Lo que no admito es la ideología o la religión por encima del ser humano, de su dolor o del de sus seres queridos. Me asusta la firmeza de una decisión de este tipo, como saber si es firme o si es producto de un momento de desesperanza o de agotamiento.

Mi instinto me lleva a “salvar” la vida. “Salvar” entrecomillado. Yo no soy nadie para ofrecer caminos de salvación, pero después de mi propia experiencia con los temas de la ley de aborto, decidí que hay temas que no son opinables, son simplemente “sensibles”, se sienten, las emociones no se pueden ni deben encerrar en un corazón helado, ni en una estructura cerebral rígida. No hay vida igual a otra ni mente ni sentimientos iguales en la forma de ser percibidos ni de ser canalizados por medio de la inteligencia emocional.

 

Noelia, se quiere ir. No puede más. Terrible para la jueza decidir sobre la vida o la muerte de una persona. Es como decidir sobre la pena de muerte, salvando todas las distancias, porque la eutanasia es la muerte decidida presuntamente de forma libre en casos muy concretos. Pero ver el dolor innecesario nos lleva a la reflexión de la medicación contra el dolor. Existe y en Menorca tenemos hasta un parque temático sine dolore.

¿Cómo oponernos a esta decisión, cuando obviamente no solo es el dolor físico, que se puede llegar a controlar, sino el dolor del alma de Noelia? No digo el nombre como algo personal de ella, Noelia es ya un nombre colectivo, despersonalizado de una historia.

Noelias habrá más y otras muchas familias han pasado o tendrán  que pasar por un trance semejante con padres, hijos, abuelos. ¿Y qué decisión tomar? Es una decisión que tiene que ver con el amor, con el acompañamiento, con la mano puesta encima del hombro, como muestra la foto que ilustra este articulo. Cuando se esté en el otoño o en el invierno  a punto de iniciar el “camino encantado”, como dice una canción irlandesa, una mano en el hombro, mirando al firmamento es lo poco que podemos hacer. La decisión es médica también  y depende de la conciencia, o de la ética, o de la condición personal que tenga un médico. Habrá sanitarios que objetarán conciencia para realizar un acto de sedación y despedida, como objetan la realización de un aborto; otros pensaran lo contrario, que para sufrir cuarenta años más una situación de falta de libertad y de falta de dignidad, y dependencia de terceras personas en una cama, quizá con una ventana desde la que se vea el cielo,  es mejor un último paseo bajo la lluvia, como el de la película “El paciente ingles”, ya sin morfina. 

 

¿Cómo no va a objetar la conciencia el padre de una chica de 24 años? ¿Cómo no va a querer que se quede, sean cuales sean las condiciones? Nada se puede decir. Podría hacer objeción de conciencia la jueza y abstenerse de decidir, pero no lo ha hecho. El Fiscal tampoco lo ha hecho, y sobre todo los abogados cristianos podrían callarse la boca con sus acciones legales.

El padre puede luchar por su hija, pero sería mejor no hacer apostolado jurídico, ni meter aquí la religión. Esto es un acto de amor y no de religión. Los demás poco podemos decir por ella, salvo acompañarla y poner la mano en su hombro. La eutanasia, el testamento vital, es un dolorosísimo acto de amor hacia la persona que desea marcharse, hecho por las personas más queridas. Pero es un acto íntimo que no le interesa a la prensa. Lo comento aquí porque la eutanasia es uno de los temas de debate social más tapados de nuestra sociedad, y hay que destapar la realidad.

 

La vida es bella, pero es un caleidoscopio de cristales infinito en blanco y negro, nunca sabes lo que te puede tocar vivir.

 

Yo coloco mi mano en el hombro de Noelia y la acompaño en su mirada.

 


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