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¿GRAN AFLUENCIA TURÍSTICA ENTRE EL 1 DE NOVIEMBRE Y EL 15 DE MARZO? ¿PRIMAR A LAS GRANDES SUPERFICIES SOBRE LOS PEQUEÑOS COMERCIOS? EXPLICACIÓN DEL VOTO DE UPCM EN EL PLENO

Joan Triay (UPCM)

En el Pleno de hoy se debatía una cuestión mucho más importante que si se puede comprar los domingos en la temporada de invierno en establecimientos de grandes dimensiones. Porque el fondo de la cuestión estriba en si se apoyan medidas ultra liberales que favorecen a algunas grandes superficies ubicadas en la periferia pero contribuyen a destruir el pequeño comercio y perder puestos de trabajo en un sector productivo que revitaliza el casco antiguo y el casco urbano de Ciutadella, siendo el tejido comercial que más empleo genera en el sector comercio pero también el más vulnerable. Multitud de estudios señalan que por cada puesto de trabajo que se crea en un hipermercado desaparecen dos o incluso más en el pequeño y mediano comercio.

Buscando un subterfugio para burlar la Ley –porque, por muchas vueltas que le den, resulta evidente que ninguna “gran afluencia turística” hay en Ciutadella en invierno- el PP-Ciutadella ha presentado hoy una PROPUESTA DE DECLARAR CIUTADELLA ZONA DE GRAN AFLUENCIA TURÍSTICA ENTRE EL 1 DE NOVIEMBRE Y EL 15 DE MARZO (del 15 de Marzo al 31 de Octubre ya está permitido porque la “Llei 11/2014, de comerç de les Illes Balears” permite abrir a todos los comercios en domingos y festivos entre el 15 de marzo y el 30 de octubre). Y el equipo de gobierno pretende que se pueda abrir los domingos de todo el año, porque están a favor como expresan en su propuesta de una “liberalización total” en los horarios de apertura.

Desde UPCM hemos emitido un voto contrario a esta propuesta que no ha prosperado, porque creemos que es interesante para muy pocos establecimientos de grandes dimensiones, mientras perjudica a la mayoría de pequeños comercios que no tienen posibilidades ni recursos para competir abriendo los domingos y festivos durante la mayor parte del otoño y el invierno.

Aunque la concejal de comercio ha dicho en el Pleno que estaban haciendo un “favor” (sic.) “a todos los comercios”, resulta que en el transcurso de sus intervenciones ha confesado que ese “favor” se lo habían solicitado apenas un par de grandes superficies, así que a los cientos de pequeños comercios que se oponen a esta medida les estaría haciendo más bien “la puñeta” –por expresarlo en unos términos tan coloquiales como los de la regidora- o si se prefiere un “favor” indeseado y que no sólo no han pedido sino que rechazan. O sea, un “favor” a pesar suyo.

Aquí lo que hay que sopesar es si el interés general reside en poder comprar los domingos de invierno en las grandes superficies, cuando ya se puede comprar seis días a la semana hasta las 22 horas en algunas de ellas, o en no destruir más empleo del que el PSOE primero y el PP después ya han destruido.

Y la concejal de comercio del PP, nos ha hablado en el Pleno de hoy de los “consumidores”. Lástima, que el PP de Ciutadella no se acordara de los consumidores ni de los comerciantes a la hora de intentar subir el IBI, lo que tuvimos que evitar desde la oposición, lástima que tampoco se acordara a la hora de subir el impuesto de circulación con el voto en contra de UPCM, lástima que tampoco se acordara de los consumidores el PP nacional a la hora subir el IVA o permitir constantes subidas de la factura de la luz, impuestos de todo tipo o recortarles prestaciones sociales y asistenciales básicas y lástima que solo se acuerden de los consumidores a la hora de utilizarlos como coartada cuando intentan tomar medidas para favorecer a un par de grandes superficies y contribuir a crear más paro en el pequeño y mediano comercio.

Lástima que nunca se hayan acordado de los consumidores cuando han incumplido todas sus promesas por el estilo de bajar impuestos y sólo se acuerden de los consumidores a la hora de adoptar medidas para contribuir indirectamente a destruir más empleo.

Desde siempre ha existido una confrontación política entre quienes sostienen posturas políticas liberales y quienes defienden posturas más o menos intervencionistas del Estado. Encontrar un equilibrio entre ambas es uno de los retos que tiene que superar una praxis política sana, porque el ultra liberalismo es la ley del más fuerte con sus consiguientes efectos inhumanos, mientras que el intervencionismo exacerbado que desembocó en el comunismo ahogaba toda iniciativa, empobrecía a la mayoría e igualaba, pero por abajo, “repartía” pobreza y enseguida se convirtió en una dictadura, aunque no del proletariado sino de la todopoderosa burocracia de los partidos comunistas en el poder o “nomenklatura”, nueva clase social que acaparaba todos los privilegios y todas las prebendas en las penosas condiciones que padecía el pueblo en las sociedades comunistas.

Todas las posturas razonablemente intervencionistas parten del acertado principio ético de que el Estado tiene la obligación material y moral de intervenir para proteger a los más débiles (el pequeño comercio en el caso que nos ocupa), pero resulta que a menudo desde partidos como el PP practican un nuevo tipo de “intervencionismo” -que lejos de estar justificado en la defensa de los más débiles o del bien común que en este caso consiste en no adoptar medidas apoyando a quienes destruyen más empleo del que generan- consiste lisa y llanamente en favorecer a los más poderosos, en intervenir para apoyar intereses oligárquicos.

Desde UCM siempre estaremos a favor de la toma de medidas intervencionistas justas para proteger a los más débiles y fomentar el mantenimiento de puestos de trabajo y la creación de empleo, jamás para favorecer a oligarquías o multinacionales como las grandes cadenas hoteleras, compañías eléctricas, petroleras, banca o las grandes superficies.

Por eso hemos emitido un voto negativo ante esta propuesta de hacerlo.

 

ANEXO: LA OPINIÓN DE DOS EXPERTOS

José Allende, catedrático de Planificación Urbana y Regional en la Universidad del País Vasco reflexiona al respecto de la necesidad de fomentar el tejido comercial tradicional:

“De hecho, en gran parte de Europa, se empieza a dar ya una vuelta al modelo de comercio tradicional de los asentamientos humanos, recuperando la ciudad para el ciudadano, en un intento de hacer revivir las ciudades, la rica vida urbana, humanizar la calle y espacios públicos, rehabilitar las actividades agropecuarias de sus entornos rurales, revitalizar los mercados locales, productos ecológicos de temporada de la propia comunidad regional, etc.

En general se observa una crítica creciente al significado y forma de vida que representan esas catedrales del consumismo que en realidad son los grandes centros comerciales, en manos de multinacionales, por sus inquietantes implicaciones…

El modelo de desarrollo comercial concentrado, favorecedor del híper y de las grandes superficies comerciales, posee unas características y atributos muy cuestionables…

Provoca una paulatina desertización de los centros urbanos y de la riqueza vivencial de los barrios al eliminar los pequeños y medianos comercios que enriquecen la vida urbana diversa y multifuncional.

Elimina, poco a poco, a los pequeños comercios independientes, bloqueando los canales de distribución de los productores de alimentos pequeños procedentes de la región. Favorecen monopolios destruyendo la producción y distribución local, así como la agricultura familiar local. Los grandes centros comerciales destruyen casi el doble de empleo fijo del que crean en la región donde se ubican.

El monopolio de la venta al por menor exprime a los productores de alimentos yugulando lentamente las actividades agropecuarias locales…

Inglaterra, Francia, Bélgica, Italia, Holanda… empiezan a implantar ya procesos de control e intervención de los poderes regionales y centrales en la concesión de licencias para las grandes superficies cada vez más rígidos y restrictivos. Se fijan límites a la expansión comercial en áreas administrativas; aparece una legislación cada vez más dura contra la concentración y el monopolio del sector comercial; se regula cada vez más restrictivamente la implantación de estas grandes superficies comerciales a través de los instrumentos de ordenación del territorio, etc.”

Esther Vivas, licenciada en periodismo, magíster en sociología e investigadora en movimientos sociales y políticas agrícolas y alimentarias, escribía el año pasado:

“La Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución (ANGED), la patronal de la gran distribución, que agrupa a compañías como Alcampo, El Corte Inglés, FNAC, Carrefour, Ikea, Eroski, Leroy Merlin, entre otras, acaba de imponer un nuevo y duro convenio a sus 230 mil empleados. A partir de ahora, trabajar un domingo equivaldrá a trabajar un día entre semana, y aquellos que hasta el momento estaban exentos por motivos familiares, también, tendrán que hacerlos. De tal modo, que se dificulta, aún más si cabe, la conciliación entre la vida personal/familiar y laboral, en un sector donde la mayor parte de trabajadores son mujeres.

…Son varios los estudios que señalan como la apertura de estos establecimientos implica, consecuentemente, el cierre de tiendas y comercio local y, en consecuencia, la pérdida de puestos de trabajo…

Si desaparece el pequeño comercio disminuyen, también, los ingresos en la comunidad, ya que la compra en una tienda de barrio, a diferencia de la compra en una gran superficie, repercute en mayor medida en la economía local. Según un estudio de Friends of the Earth (2005), en Gran Bretaña , un 50% de los beneficios en el comercio a pequeña escala retorna al municipio, normalmente a través de la compra de productos locales, salarios de los trabajadores y dinero gastado en otros negocios, mientras que las empresas de la gran distribución reinvierten tan solo un escuálido 5%”.


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