Maó necesita una solución para facilitar la llegada de grandes cruceros. La tendencia a botar barcos cada vez mayores por parte de las navieras hace que estos no puedan maniobrar en el interior del puerto de Maó. Esta situación se deja sentir en la rada mahones que ve como en los últimos años ha descendido el número de escalas hasta las 67 de este año cuando en 2018 fueron 94.
Una de las opciones con más fuerza para sortear el problema es un pequeño embarcadero en la parte exterior de la península de La Mola. Allí podrían desembarcar los cruceristas mientras su buque permanece fondeado en mar abierto y se realizan viajes en barcazas hasta La Mola.
Pero este lunes se alzó una voz crítica con esta opción y se trata de la de la consignataria del puerto de Maó, Rosa Cardona. A su juicio hay dos problemas a resolver. El primero es la distancia ya que los cruceros deberían fondear a una distancia de 3,5 millas náuticas de la costa lo que alargaría los viajes de las lanzaderas hasta tierra. El segundo es que “la mar se mueve mucho en esa zona de La Mola” lo que dificultaría la operación de embarque y desembarco por parte de los turistas.