Hasta el momento, el análisis de la combustión del motor de un coche se hacía con el vehículo parado. La nueva norma exige que se ponga a prueba también en condiciones reales de movilidad del vehículo.
En los últimos años se han cambiado los parámetros de control de contaminación de los coches, siendo ahora más exigentes. Gracias a la puesta en marcha de esta nueva prueba, que se suma a las anteriores, se podrá conocer con mayor exactitud el nivel de partículas de óxido de nitrógeno que se libera a la atmósfera.
La prueba de emisiones en conducción real (RDE) se aplica de manera obligatoria desde el pasado 1 de septiembre para la homologación de turismos y furgonetas pequeñas, complementando lo que se conoce como Procedimiento Mundial Armonizado para Ensayos de Vehículos Ligeros (WLTP).
Ponerse al día va a suponer que casi todos los vehículos diésel deben estar equipados con nuevos y exisgentes sistemas de reducción de partículas mientras que los modelos de gasolina de inyección directa pueden requerir filtros adicionales para este tipo de partículas.
Esto implica costes adicionales para los fabricantes y es posible que los coches más pequeños no puedan mantener sus precios actuales. Al mismo tiempo, puede generar que muchos vehículos ajusten sus precios para salir al mercado.
Actualmente, todo el sector de la automoción está viendo caer sus ventas y aumentar sus costes debido a las nuevas normas de seguridad y garantías ecológicas. La falta de incentivos aleja las opciones eléctricas y la matriculación de vehículos de kilómetro cero con precios más ajustados a partir de estas novedades en los modelos podría animar hasta cierto punto a un repunte de la compra.
