Tal y como estaba previsto, la jornada del domingo ratificó el ‘no’ a Sánchez en primera vuelta: lograba 166 síes (PSOE, Unidas Podemos, PNV, Más País, Compromís, Nueva Canarias, BNG y Teruel Existe), 165 noes (PP, Ciudadanos, Vox, Junts per Catalunya, CUP, Navarra Suma, Coalición Canaria, Foro Asturias y PRC) y 18 abstenciones (Esquerra Republicana y Bildu). Será hoy cuando la investidura salga adelante por la mínima: el cambio de un sólo voto sería suficiente para tumbar la investidura. De ahí que el PSOE haya solicitado a todos sus diputados que esta noche durmiesen en Madrid para evitar imprevistos de último momento.
La sombra del ‘tamayazo’ ha estado sobrevolando la actualidad política de las últimas 48 horas. Desde las filas socialistas han sido muchas las voces que han criticado “el intento” de miembros de la oposición de hacer cambiar el voto a favor de Sánchez. De hecho, el diputado por Teruel Existe, Tomás Guitarte, ha denunciado abiertamente dichas presiones por su apoyo.
La presidenta Armengol, entre otras, aseguraba este pasado lunes que le parecía “muy fuerte” y consideraba que era algo “alejado de la conducta democrática”.
Todo después de la sesión del domingo, una de las broncas más fuertes que se recuerdan a cuenta de la intervención de la diputada de Bildu Mertxe Aizpurua, por sus palabras sobre el Rey, cuyo discurso, tras el referendum del 3 de octubre de 2017, ha dicho, había sido una de las «expresiones más evidentes» de las recetas «autoritarias».
Desde el «qué vergüenza» y «vosotros nos matabais a nosotros» de Pablo Casado o el abandono del hemiciclo del líder de Vox, Santiago Abascal junto a dos diputados de esa formación víctimas de ETA, hasta los gritos de «libertad libertad» de toda la bancada de la derecha, la intervención de Aizpurua ha provocado la crispación en el pleno.
Y lejos de calmarse ha aumentado cuando la diputada abertzale ha dicho que Arnaldo Otegi estuvo «más de seis injustos años en prisión» por intentar reconstruir la ilegalizada Batasuna. Una afirmación que para el líder del PP suponía «apología del terrorismo».
Sánchez ha eludido en todo momento entrar en esta bronca, incluso pese a los reproches de Casado, que le ha acusado de no salir a defender la Constitución ni a las víctimas del terrorismo tras las palabras de Aizpurua.
Ha sido más tarde cuando el candidato a la investidura ha arremetido contra PP y Vox al señalar que «a la derecha y la ultraderecha no les duele España, les duele no gobernar España, y ese dolor se les hace insoportable».
O cuando, ya al cerrar su discurso, ha defendido su coalición de «moderación y progreso» como el «mejor antídoto contra la coalición del apocalipsis» y de la «España en blanco y negro».
Antes de la votación, Sánchez ha insistido en la «ilusión» que despierta este Gobierno y en la voluntad de diálogo de su próximo Ejecutivo de coalición como «la mejor reivindicación de la mejor política».
Y la portavoz de su partido, Adriana Lastra, ha criticado duramente a los partidos de derecha, a los que ha acusado de haber amenazado «de forma implícita y hasta explícita con un golpe de Estado».
Lastra ha advertido a Pablo Casado de que si sigue hablando y comportándose como Vox «sus votantes acabarán votando a Vox». Y al partido de Santiago Abascal le ha dicho que ella votará sí a la investidura para «defender a la democracia de gente» como ellos.
Además, Lastra ha recriminado a la portavoz de Ciudadanos, Inés Arrimadas, su «ridículo alentando tamayazos», al pedir a diputados socialistas que votasen no a Sánchez.