Grandes empresas como Twitter y Facebook ya han establecido el trabajo en remoto de forma permanente para sus empleados y claramente la Covid-19 ha acelerado este proceso. La adopción del teletrabajo es el presente, ya está pasando y es algo a lo que gradualmente nos iremos acostumbrando. De lo que quiero hablar en este artículo es del verdadero futuro del trabajo, uno en el que no nos será tan fácil acostumbrarnos, que vendrá dictado por la entrada de la inteligencia artificial en todos los ámbitos y la realidad como la conocemos.
Cada vez son más los expertos que se suman al pronóstico del visionario Elon Musk, que piensa que la inteligencia artificial (IA) acabará dominando a los seleccionados y no nos quedará más remedio que ser sus mascotas y “dejarnos amar”. Precisamente una de las actividades principales de investigación en Openair -empresa fundada por Musk y Sam Altman en 2015 con una inversión de un billón de dólares de Microsoft- es desarrollar algoritmos que permitan que la inteligencia artificial aprecie la humanidad. Queda por ver hasta qué punto los humanos dejaremos de tener un papel relevante en el mundo, pero es innegable que la IA cambiará muchos aspectos de nuestra vida, especialmente los puestos de trabajo.
El entusiasmo por todos los avances que esta tecnología está llevando a muchos sectores, se desvanece en comparación con la cantidad de pérdidas de trabajo y el incremento de desigualdad que comportará. La implementación de algoritmos autónomos borrará billones de puestos de trabajo en todos los estratos de la escala económica: analistas bursátiles, contables, operadores en almacenes, inspectores de calidad, jueces, conductores y médicos, entre muchos otros.
Incluso aquellos trabajos para las que nos parece esencial el trato humano se podrán llegar a optimizar extremadamente. Ya existen empresas que se dedican a aplicar algoritmos de aprendizaje profundo para agilizar las negociaciones y encontrar un acuerdo que beneficie ambas partes, como la startup PactumAI de Estonia, fundada en septiembre de 2019 y que ya está colaborando con empresas como Walmart .
Como emprendedora, me imagino lo que podría ser recopilar toda la información disponible en internet de un fondo de inversión y sus partners, para entonces elaborar un pitch totalmente enfocado a sus intereses mediante algoritmos de IA. Aunque se perdería la esencia del fundraising como lo conocemos, los emprendedores podrían dedicar mucho más tiempo a desarrollar el producto y los inversores recibirían información mucho más focalizada.
¿Beneficios o inconvenientes?
La civilización humana ha adoptado otras innovaciones tecnológicas en el pasado como la transición del trabajo agrícola al industrial, que trasladó mucha gente del campo a las fábricas. Sin embargo, la transición duró dos siglos y ninguno de estos cambios ha llegado nunca tan deprisa como lo está haciendo la IA. Kai-Fu Lee, ejecutivo de Apple, Google, Microsoft y experto en IA en China, prevé que dentro de 15 años la IA será capaz de sustituir más del 40% de puestos de trabajo en Estados Unidos.
Considera que la pérdida de puestos de trabajo incrementará junto con una riqueza astronómica en las manos de los magnates de la IA. Si Uber ya es actualmente una de las startups más valoradas del mundo aunque da a sus conductores un 75% del coste de cada viaje, cómo aumentará su valor una vez pueda sustituir todos sus conductores para vehículos autónomos.
Una transformación como esta en tan poco tiempo nos cambiará el estilo de vida y los gurús toman dos posiciones principales sobre si el resultado nos beneficiará o no. Por un lado, Jack Ma, fundador y CEO de Alibaba, defiende que la entrada de la IA para sustituir los puestos de trabajo es algo muy positivo para la humanidad. Cree que gracias a los avances en la materia podremos trabajar sólo dos o tres días a la semana, encontrando un mayor equilibrio con nuestra vida personal y que los humanos seremos siempre superiores a las máquinas porque siempre nos diferenciará la vertiente emocional.
Por otro lado, hay expertos que defienden que la IA nos llevará a una crisis humana sin precedente. Durante miles de años nos hemos adaptado a un sistema de canje en el que ofrecemos nuestro tiempo y conocimiento a cambio de un hogar y comida. Este modelo es parte estructural de nuestra cultura, e incluso hace que definamos nuestra autoestima en función del trabajo que hacemos. Quienes defienden esta visión más pesimista consideran que ser sustituidos por algoritmos de IA pondrá en riesgo la sensación de propósito en la vida y valía personal en un periodo demasiado corto como para reinventarnos a tiempo.
Probablemente las dos visiones aparentemente contradictorias confluyen en el que estamos entrando en un nuevo modelo socioeconómico, donde no podremos aplicar un reset, sino que habrá un complejo y duro período transitorio, que potencialmente puede conducir a un mundo magnífico, pero que sin duda dejará a mucha gente relegada.
¿Cómo nos prepararemos para el cambio de paradigma?
En mi opinión, nos estamos equivocando al hablar del futuro del mundo laboral como robots que eliminarán los puestos de trabajo y no deberíamos centrarnos en qué posiciones son más susceptibles a ser sustituidas o quienes serán los más afectados. La inteligencia artificial sacudirá la realidad de todo el mundo y los debates realmente productivos deben girar en torno a cómo nos preparamos para el cambio de paradigma.
La IA nos da la posibilidad de hacer la experiencia laboral mucho más atractiva y equilibrada, y es nuestra responsabilidad aprovecharla para este motivo. No debemos olvidar que nuestro futuro será creado por nosotros mismos, reflejará las decisiones que tomemos y las medidas que adoptemos. ¿Pero, realmente está en nuestras manos? Desgraciadamente estamos muchos pasos atrás de poder tener un papel relevante en esta transformación; serán aquellos que tienen medios para recopilar big data -conjuntos de datos extremadamente grandes que permiten reconocer patrones especialmente relacionados con el comportamiento humano- quienes tendrán influencia en el futuro de la IA.
Los Estados Unidos dominan el mundo digital alojando los grandes referentes del sector, pero a pesar de sus inmensas cuotas de mercado, China les está avanzando en la revolución de la inteligencia artificial. Los algoritmos de IA son tan buenos como los datos con las que se entrenan, y la adquisición de gran cantidad de datos de calidad es uno de los procesos más retadores de estas tecnologías. China ha adoptado la aproximación del ‘real-world data’, es decir, la obtención de información de los ciudadanos en todo momento, estén o no utilizando plataformas online. No me refiero sólo a los algoritmos de reconocimiento de imagen con que el gobierno puede identificar cada ciudadano, sino de una estrategia general de las empresas chinas. No sólo quieren desarrollar la plataforma online sino que disponen de toda la infraestructura necesaria para el negocio, lo que se conoce como “to go heavy”. El objetivo es tenerlo todo herméticamente controlado y poseer los datos de cada proceso, conociendo al detalle el comportamiento de sus clientes y facilitando el desarrollo de algoritmos que personalicen su servicio.
Prácticamente cada empresa de Silicon Valley tiene su análoga en China y es interesante analizar las diferentes estrategias. Dos plataformas para recopilar recomendaciones de restaurantes, Yelp (EE.UU.) y Dianping (China), fueron fundadas en 2004. Años más tarde, cuando empezaron a hacer entregas, Yelp siguió la estrategia light ofreciendo sólo una plataforma de oferta-demanda, mientras que la empresa china contrató una inmensa flota de repartidores y compró restaurantes. El año 2017, Dianping tenía una valoración de 30 billones de dólares, el triple que Yelp y Grubhub (competidor también estadounidense) juntos. Hay muchos ejemplos en los que la estrategia china go heavy impacta en empresas referentes en el resto del mundo.
El análogo de Uber, Didi, comenzó a comprar gasolineras y tiendas de reparaciones, y el Airbnb chino, Tujia, ofrece el servicio completo de limpieza, entrega de llaves y suministro. La riqueza de China en ‘real-world data’ sobre patrones de consumo y hábitos personales de los usuarios les permite introducir la IA de forma mucho más eficiente, personalizable y escalable.
En definitiva, el futuro de la inteligencia artificial lo crearemos los humanos y es imprescindible ganarnos un lugar para asentar las bases de la nueva realidad laboral que viviremos. Por eso, en mi opinión, es esencial que activamos una economía de real-world donde se permita obtener datos de nuestros comportamientos, con la certeza de que se utilizarán éticamente y con responsabilidad. Sólo así podremos tener un rol líder en el cambio.
.- Este es un artículo de Anna Nicolau, project manager del CREB (Centro de Investigación de Ingeniería Biomédica de la UPC)y vocal del Talent Hub Institute y AMIC para Menorcaaldia