Cerco a los fumadores por la salud de todos

Fumar mata. Se puede leer en los paquetes de tabaco y no es ninguna novedad. Pero la libertad de cada uno de escoger el camino a padecer una enfermedad está regulada por ley, esencialmente para que no entre en conflicto con la libertad de otra persona que no quiere fumar (o tragar y respirar el humo del vecino). Las terrazas de algunos bares han sido lugar para que los fumadores pudieran socializar y respirar humo. Pero los neumólogos han advertido que la cosa se les complica con la presencia de la Covid-19.

Una vez más, el miedo no es tanto de los propios fumadores como de los establecimientos que sirven consumiciones a este público y que lo tenía fidelizado. Se vislumbran pérdidas económicas muy probables para estos locales.

Por un lado hay que recordar que las complicaciones que provoca el coronavirus son de carácter respiratorio. Eso mete en el saco de personas de factor de riesgo elevado a todo fumador. Por si hubiera dudas, el mensaje es claro; si fumas tienes más probabilidades de que si te alcanza el COVID acabes con un cuadro clínico grave.

Por otro lado, al exhalar el humo se lanzan partículas de aire que, si el fumador es portador, reparte por su entorno. Al fumar se mueve el aire más lejos que respirando normal, lo que convierte a los fumadores en potenciales propagadores del virus en caso de tenerlo.

Hay un debate abierto de si realmente se puede contagiar solo con partículas de aire exhaladas de un individuo infectado. En mitad del debate, las autoridades no se arriesgan y prefieren pecar de excesivas medidas de prevención. Los datos de aumento de contagios lo favorecen. Algunas comunidades están volviendo a dar pasos atrás; el estado de alarma en el País Vasco, localidades en confinamiento, vuelta a la fase 1 para contener rebrotes, son algunos ejemplos.

A los fumadores se les está poniendo más difícil fumar. Al final podrán hacerlo en su casa y siempre y cuando no convivan con otras personas que no sean fumadoras o con menores.