Si Ca n’Oliver fue el resultado de la pujanza de una clase social, la materialización del espíritu emprendedor y el reflejo del gusto por el arte y la cultura que caracterizaban Menorca en el siglo XVIII, diez años después de su adquisición y tras su rehabilitación y conversión en Centro de Arte e Historia Hernández Sanz, no cabe duda que el emblemático palacio ha conseguido revivir este espíritu.
También su inauguración, que ha tenido lugar esta tarde con la asistencia de una nutrida representación de la clase política balear y de la sociedad, preferentemente mahonesa, en un acto donde la belleza del espacio, recuperado con el objetivo de convertirse en centro de referencia en el corazón de la ciudad, ha convivido con las más hermosas palabras y con un viaje artístico y musical al pasado de la mano este último de “Es Rebost” y sus “lanceros”
Las de agradecimiento han sido las más repetidas. La alcaldesa de Mahón, Águeda Reynés, ha hecho extensiva su gratitud a las familias Hernández Sanz, Hernández Mora, Victory y Quintana Seguí, al equipo encargado del proyecto, al personal del Ayuntamiento, a la colaboración privada- muy destacada la de ASHOME-, las diferentes administraciones implicadas y, especialmente, a sus predecesores en el Ayuntamiento. A ellos también se refirió el presidente del Consell, Santiago Tadeo, han expresado su gratitud por el trabajo realizado
De retos y estímulos hablaron los encargados del proyecto, Lis Figueras, Vicenç Jordi y Toni Vidal, para referirse “a una intervención discreta pero que dota al inmueble de un recorrido muy largo, que hará que sea aprovechable para usos complementarios”, mientras que el museólogo Toni Nicolás se refirió al triple objetivo perseguido con su museización- poner de relieve la riqueza del edificio, poner de relieve las colecciones que alberga y explicar rasgos fundamentales de la Menorca del siglo XVIII.
Finalmente, Javier López-Cerón, en nombre de la Administración General del Estado, y Juan Manuel Lafuente, conseller de Administraciones Públicas en representación del Govern, apelaron a la historia, al orgullo, la satisfacción, el disfrute y transmisión del patrimonio histórico y al potencial dinamizador del edificio, tanto en su vertiente turística como cultural.
Ha sido también un acto de deambular con curiosidad por las remozadas salas de Ca n’Oliver, de intercambiar saludos y compartir sonrisas de satisfacción, de anticipar secretamente todo lo que puede dar de sí este nuevo equipamiento y de disfrutar de un momento que no se ha repetido mucho en los últimos tiempos, el momento en el que un proyecto largamente perseguido se convierte en realidad, de saborearlo sabiendo que han sido muchos quienes han hecho posible el sueño.