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“Las gotas de lluvia”

Un artículo de Josep Maria Aguiló

Gotas de lluvia.
Gotas de lluvia.

Las gotas de lluvia deberían de resbalar siempre lenta y suavemente, sobre nuestro rostro, sobre un cristal, sobre un paisaje solitario o sobre las calles de nuestra ciudad, al amanecer, al atardecer o cuando está ya anocheciendo.

Deberíamos de buscar y de encontrar siempre las palabras más hermosas para decirlas a las personas que más amamos, las palabras más dulces, las que menos duelen, las que están más llenas de esperanza. Deberíamos de intentarlo siempre, aunque a veces no lo logremos, o no lo hagamos del todo bien, o tal vez no como quizás debiéramos.

Los posibles enfados cotidianos, motivados casi siempre por pequeñas nimiedades, no deberían de durarnos nunca más de dos o tres minutos. Cada vez que nos equivocamos en un juicio de valor, cada vez que somos injustos, cada vez que hacemos daño a alguien, aun sin querer, deberíamos de pedir perdón.

En la vida de cada uno de nosotros debería de haber siempre un recuerdo, como mínimo al menos uno, precioso e imborrable. El tiempo de nuestra vida debería de ser siempre lo suficientemente largo, o lo suficientemente pleno, para que al marcharnos no echáramos en principio nada esencial de menos o nada de todo lo hermoso que cada ser humano debería de haber vivido o conocido a lo largo de su existencia.

Las historias de amor, las comedias románticas y las películas de suspense deberían de terminar siempre bien. Los actores y las actrices no deberían de envejecer nunca o casi nunca. Y nosotros tampoco, a poder ser. Siempre deberíamos de tener tiempo para poder quedar con la persona con la que deseemos quedar y también deberíamos de tener tiempo para estar quizás simplemente en soledad. Nunca deberíamos de olvidarnos de dar sinceramente las gracias por todas las cosas buenas que ocurren o suceden.

El chocolate, los dulces y los pasteles no deberían de engordar. Los periódicos de papel, las librerías y los cines deberían de existir siempre. Nunca deberían pasar de moda los pantalones de cuero, las medias de seda y los tacones de aguja. Los grandes premios de la Lotería o de los cupones de la ONCE deberían de tocarnos al menos una vez. El Mallorca debería de estar siempre en Primera División.

Deberíamos de disfrutar más de cada momento, vivir más plenamente, a veces viajando y planeando cosas, y otras veces a lo mejor descansando tranquilamente en casa, quizás leyendo un libro, o escuchando una canción, o mirando tras el cristal cómo las gotas de lluvia caen lenta y suavemente.


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