Confieso que siento una enorme perplejidad ante el comportamiento incívico, insolidario y profundamente egocéntrico de todos esos jóvenes, y algunos no tan jóvenes, que protagonizan macrobotellones sin respetar ninguna medida de seguridad sanitaria, además de no estar vacunados, la mayoría por desidia o, peor aun, por rechazo no a las vacunas en sí, solo algunos de ellos son antivacunas ideológicos, sino por rechazo a las recomendaciones de las autoridades y expertos sanitarios, por repudio a cualquier tipo de norma de convivencia y de respeto hacia los demás, pensando solo en ellos y en sus deseos y necesidades,
Y no me refiero a los saqueos de establecimientos y comercios, que son cometidos por una minoría organizada de delincuentes que aprovechan el caos creado por los enfrentamientos de la masa de jóvenes contra las fuerzas del orden, con una confrontación cada vez más violenta y desaforada, así como una inaceptable vandalización del mobiliario urbano y de los vehículos privados cuyos propietarios sufren las consecuencias del furor exasperado de esos jóvenes “enragés”, que se aplican con una furia digna de empeños más nobles.
Ya habrá sociólogos que estudien el fenómeno y extraigan sus causas y consecuencias, pero como observador y miembro de la sociedad, aunque no tenga formación sociológica, no acabo de encontrar explicaciones coherentes que sean mínimamente favorables a todos estos botelloneros. Dicen que han estado confinados un año, como si los demás no lo hubiéramos estado, que tienen necesidad de socializar, como si los demás no la tuviéramos y como si para hacerlo fuera necesario incumplir todas las recomendaciones sanitarias.
Dicen que necesitan libertad, como si los demás no la necesitáramos y dicen que no se les entiende, pero ellos no hacen el menor esfuerzo por entender la situación y las obligaciones que todos, todos, tenemos para con los demás.
Lo que se extrae de sus actuaciones y de sus declaraciones es que actúan con un extremo egocentrismo, pensando solo en divertirse e ignorando los derechos, necesidades e intereses del resto de la sociedad y cuando se les requiere que cesen en sus insolidarias actividades reaccionan con agresividad y violencia extremas.
Creo que todos deberemos reflexionar sobre cómo hemos funcionado como sociedad en los últimos treinta o treinta y cinco años para que haya surgido una generación tan nihilista, egocéntrica y encabronada como la que representan estos jóvenes de los botellones.
… y GUARRA, una generación tan guarra, que no recogen ni siquiera su propia basura, la que generan con los botellones… yo soy de otra generación, de la que tus padres se enfadaban si tirabas un papel al suelo, y te educaban a metértelo en el bolsillo hasta que encontrases una papelera, padres que daban ejemplo recogiendo detritus de una acampada, involucrando a los menores, hasta que no quedase ni rastro del paso de toda la tropa familiar… es algo que no concibo, y entiendo que si no se han cuidado estos comportamientos básicos, de sentido común, difícil será que se respeten todos los demás… GUARROS y GUARRAS…