A lo largo de la semana pasada se realizaron sendas excursiones, una mesa redonda y varias charlas en relación a los torrentes. Esta jornada pretendía dar a conocer los diferentes tipos de torrentes que hay así como las experiencias de gestión y las recientes problemáticas que permitieron los sucesos acaecidos el pasado mes de septiembre a raíz de las fuertes precipitaciones sobre la isla.
Un antiguo estudio del Observatorio ya advertía hace una década atrás que son mucho más que simples conductos de agua y tienen, junto con su vegetación asociada, una función ecológica fundamental.
Las actuaciones de limpieza arrasaron en el pasado, en algunos casos, la vegetación de la orilla, excavando los cauces con maquinaria pesada sin dejar nada a su paso, eliminando hábitats de interés comunitario, especies vegetales protegidas y dejando indefensa la tierra frente a las torrentadas que Menorca, como clima mediterráneo, sufre en ciertas épocas de otoño. Éste punto se ha visto potenciado por el contexto del calentamiento global del planeta que deja veranos más secos y episodios de lluvias intensas en ciertos periodos del año.
La legislación europea marca como objetivo el mantenimiento y mejora de los ecosistemas acuáticos, entre ellos los torrentes y sus riberas como elemento clave en la conservación de los ecosistemas.
El OBSAM, durante los años 2009 y 2010, elaboró un estudio encargado por la D.G. de Recursos hídricos del Govern Balear sobre el estado de los torrentes y se realizó una cartografía muy detallada de la vegetación de ribera. Desgraciadamente este estudio, que sitúa con exactitud cada una de las especies vegetales protegidas y cada uno de los hábitats más valiosos en un mapa detallado, no ha servido para realizar un mantenimiento de los torrentes más respetuoso sino que la propia Conselleria que ha encargado el estudio ha optado por no seguir ninguna de las recomendaciones de mantenimiento con las que se concluía el informe.
El citado estudio pone de manifiesto la degradación que sufren los torrentes menorquines y se enumeran las principales causas y una de las importantes son las limpiezas mecánicas con maquinaria pesada, que han contribuido a la eliminación total de la vegetación de ribera. Además también se realizaron dragados del fondo que provocan un aumento de la erosión y una inestabilidad de los cauces del torrente, además de suponer la destrucción del hábitat de muchos macroinvertebrados. La comunidad de zarza es la más abundante con diferencia. Esta abundancia de zarzales junto con la importante presencia de especies invasoras muestra la degradación a la que se encuentra sometida la vegetación de ribera de los torrentes menorquines.
Así como no se tala un bosque para evitar incendios, una gestión sostenible de las riberas debería tener como objetivo reducir cualquier elemento que perturbe la funcionalidad del régimen hídrico, ordenando y respetando los valores naturales y los diferentes elementos que lo configuran, en ningún caso eliminando completamente la vegetación.