No soy muy dado a contar aventuras personales, pero creo que la ocasión, a las puertas de la vuelta del playoff, lo merece. En los últimos meses, producto de viajes, partidos, finales y encuentros con gente del mundo del baloncesto, he tenido la oportunidad de constatar la admiración que despierta y el respeto que genera lejos de la Isla el proyecto del Hestia Menorca.
Hace unas semanas, hablando con Jordi Grimau, jugador y director deportivo del Sant Antoni Feeling, me aseguraba que Bintaufa es su espejo. Que en el proceso de crecimiento del club, siempre tratan de tener presente el modelo de gestión del Bàsquet Menorca. No es una opinión gratuita. Hablamos de un tipo formado en el Barça y con cientos de partidos en la ACB.
En una visita a Amorebieta para cubrir la final de la Copa LEB Plata, directivos del Zornotza (a la postre ganador) se deshacían en elogios hacia el club menorquín. Por su forma de interpretar la salida de Jermaine Marrow, por ejemplo. “No es fácil deshacerte de tu mejor jugador en una circunstancia así”, me decían.
El pasado fin de semana, con ocasión del partido que el Girona disputó en Mallorca ante el Palmer Palma, tuve la oportunidad de preguntarle a Marc Gasol, una leyenda del baloncesto español, por el Bàsquet Menorca. “Muy pronto lo veremos aquí, en LEB Oro”, me dijo. No es casualidad que lo diga un campeón del mundo y de la NBA, y tampoco que valore el proceso de crecimiento de la entidad.
Es por eso que justo ahora, cuando el equipo de Javi Zamora está en apuros y necesita el calor de la gente el próximo sábado, debemos valorar lo que tenemos. No es fácil, ni sencillo, edificar un proyecto y llevarlo a la LEB Oro o a la ACB en un par de años. Ahí están los ejemplos de Granada, Alicante o Valladolid, que han ido dando los pasos adecuados para volver a la elite.
A todos nos gustaría volver a recuperar aquel ambiente de Bintaufa en la máxima categoría, aquella magia, aquella pasión, pero todo tiene su tiempo. Es importante que tanto aquella gente que vivió los momentos de gloria, como los denominados “hijos de la ACB”, la generación que escuchaba a sus padres relatar aquellos pasajes o iban de pequeños al pabellón, entiendan que sobrevivir en estos tiempos de crisis tiene mucho mérito.
El club está saneado, tiene una importante masa social, un equipo competitivo y un patrocinador que ya ha garantizado su continuidad. No es poco. Pregunten por ahí y verán. Así que es hora de apoyar, de hacer un esfuerzo y de pensar que, pase lo que pase, somos privilegiados por volver a tener baloncesto de “elite” en Menorca.