Conforme nos vamos haciendo adultos, los seres humanos solemos tener una creciente tendencia a ir guardando en anaqueles, cajones o armarios diversos objetos de nuestra infancia o de nuestra primera juventud, sobre todo por razones de carácter sentimental o afectivo.
Esos objetos pueden ser muy variados, como por ejemplo los boletines de notas de la EGB, algunos juegos y juguetes muy concretos, los primeros cuentos que nos regalaron o el álbum de fotos familiar.
Si en algún caso, por lo que fuera, nos desprendimos hace tiempo de esos o de otros objetos, suele invadirnos luego en la edad adulta una extraña mezcla de nostalgia y de melancolía, por no haber sabido o no haber podido conservarlos junto a nosotros.
Aun así, lo habitual es haber conservado como mínimo dos o tres objetos de aquellos lejanos años. Nos tranquiliza saber que ahora están aquí, en algún rincón de nuestra casa, por si algún día quisiéramos cogerlos y observarlos de nuevo, intentando descubrir en ellos algo que los relacione con la persona adulta que somos ahora mismo, tantos años después.
Yo creo que, en general, la presencia y existencia de todos esos objetos produce un efecto beneficioso sobre nosotros, sobre nuestro espíritu. A veces, con sólo ver la solapa de un libro o la portada de un disco que compramos hace tres, cuatro o cinco décadas, volvemos a recordar la emoción o la ilusión que sentimos al leerlo o al escucharlo por primera vez.
Es posible que la persona que somos ahora quizás no tenga tantas ilusiones como las que sí tuvo en su infancia o en su juventud, o que sea algo más escéptica ante determinadas cuestiones, pero aun así, un libro o un disco antiguos, o cualquier otro objeto querido que aún podamos guardar en casa, nos recuerdan que hubo un tiempo en que tuvimos unas esperanzas y unos sueños que no necesariamente tienen que haberse perdido hoy, o al menos no del todo.
En cierto modo, aquellas esperanzas y aquellos sueños seguirán acompañándonos, ya sea tímida o resueltamente, mientras lo sigan haciendo también todos esos objetos, todos esos recuerdos.