Es el impacto del cambio climático en Menorca que está dejando su huella en los ecosistemas de la isla. Especies invasoras que suponen una amenaza para la biodiversidad local, cambia el equilibrio y trae a nuevos elementos al entorno. Estos invasores, provenientes de otras latitudes, han llegado a la isla de diversas formas, ya sea por mar, aire o incluso a través del transporte regular.
El cangrejo azul del Atlántico fue detectado por primera vez en la década de 2010 en la costa de Menorca. Su presencia se atribuye a la elevación de las temperaturas del agua, que ha permitido su establecimiento. Compite con las especies locales por recursos y hábitats, alterando los equilibrios naturales y afectando a la fauna autóctona.
Si no le tenemos miedo a sus pinzas, en mar abierto la cosa no pinta mejor. Sobre todo si vuelve alguna medusa Carabela Portuguesa. Aunque es raro que ocurra, ya ha pasado antes. Las corrientes marinas han traído a Menorca la presencia ocasional de esta medusa venenosa. Se ha vuelto más frecuente debido a los cambios en las temperaturas del agua.
Su presencia representa un riesgo para los bañistas y puede afectar la pesca local al dañar las redes.
A veces, los invasores son tan minúsculos que no se ven a simple vista. La bacteria Xylella fastidiosa, que afecta a ciertos árboles, fue detectada en 2018 en la isla. Esta enfermedad puede tener consecuencias devastadoras para la vegetación local, afectando a especies como el olivo y alterando los paisajes naturales. Algunos botánicos han advertido de lo peligroso que resulta para la camomil·la local.
A otros invasores ya empezamos a acostumbrarnos. El mosquito tigre, vector de enfermedades como el dengue y el Zika, ha colonizado diversas regiones mediterráneas, incluida Menorca.
Aunque no hay constancia en la isla de que haya ocurrido, en otras latitudes ha supuesto un riesgo para la salud pública, ya que puede transmitir enfermedades a humanos y animales. De momento es un visitante molesto.
Volvemos al mar. La Caulerpa, un alga invasora, se ha introducido a través de acuarios domésticos o residuos marinos. Puede desplazar a las especies autóctonas, alterar la composición del lecho marino y afectar la calidad del agua. Su control no es sencillo aunque la buena noticia es que su expansión se redujo en comparación a los primeros años del primer avistamiento en la costa menorquina.
El carpobrotus, comunmente conocida como patata frita, es una planta invasora que llegó a Menorca como planta ornamental y se ha expandido rápidamente. Desplaza a la vegetación nativa, afectando los ecosistemas costeros y contribuyendo a la erosión del suelo. Años de trabajos manuales con financiación europea consiguieron controlar su población.
La tortuga de Florida, una especie exótica, ha sido liberada o ha escapado de cautiverio en la isla y compite con las especies autóctonas de tortugas y afecta a la fauna local al consumir recursos y hábitats.
La cotorra de Kramer, una especie de loro, ha sido avistada en Menorca, posiblemente como resultado de escapes de aves domésticas. Puede competir con las aves locales por cavidades de anidación y alimentos, alterando el equilibrio del ecosistema.
La planta invicta, también conocida como “hierba de la serpiente”, ha invadido áreas costeras y bosques. Como ocurre con los casos anteriores, también desplaza a la vegetación nativa, afectando la biodiversidad.
La rata negra, una especie invasora, ha llegado a través de barcos y embarcaciones. Puede depredar sobre la fauna local, competir por alimentos y transmitir enfermedades, afectando la ecología de la isla.
La avispa asiática, identificada por su nombre científico Vespa velutina, ha colonizado diversas regiones de Menorca. Supone una amenaza para las poblaciones de abejas locales al depredar sobre ellas, lo que tiene un impacto negativo en la polinización y la producción de miel.
La irresponsabilidad de los dueños de mascotas exóticas, el poco cuidado en el transporte de ciertas cargas en las que venían animales o plantas tropicales o la simple migración debido a las condiciones climáticas, están creando un desplazamiento de la biodiversidad tal y como la conocíamos. Y nuevos ejemplos siguen apareciendo. Lo crucial es llevar un buen control para que no acabemos en la situación de no reconocer nuestra Reserva de la Biosfera.