Ángel RUIZ y PABLO d’Es Castell de Menorca, en su poema titulado ‘En la mort de mon fill Emmanuel’ lo acaba escribiendo “Jo no ploro, no, per ell, jo ploro per mí”. Lágrimas como las de Ruiz y Pablo nos saltan a los ojos también cuando próximamente visitemos las tumbas de nuestros seres queridos en estos días de vivos recuerdos…
Eternizar la vida es lo que la celebración de estas fechas del comienzo de noviembre nos ofrece en voz queda. Otoño es la estación que al caerse las hojas estas visten sus colores más vivos. Es ahora cuando agencias de viajes promocionan desplazamientos por doquier para contemplar los bosques y parajes en descomunal esplendor.
En nuestro hablar común hablamos de la mejoría antes de morir…que ocurre instantes previos al último suspiro. Visitando, pues, los cementerios en estos días entrañables en nuestra cultura mediterránea, uno puede percatarse que a pesar de la ampliación de éstos, nunca alcanzaran el área municipal en donde están ubicados. Es decir que la cadena de la vida y su crecimiento no están en el cementerio sino fuera de éste en el burgo, si bien vayan en tándem, ya que crecemos exponencialmente.
Comparando las celebraciones que en el transcurso de la vida experimentamos: nacimiento, pubertad, graduaciones, matrimonio, onomásticas, funerales…son en éstos últimos cuando el pleno, sea en el tanatorio o en el templo, está asegurado.
Una vez más lo de eternizar la vida se corrobora palpablemente en la celebración del luto. De hecho individualmente y como colectivo llevamos en nosotros este ADN que no muere físicamente sino que mejor se rejuvenece de generación en generación. Por eso lo de Celebrar a los vivos…
A Ángel RUIZ y PABLO le hace eco otro escritor y poeta de renombre Rainer María RILKE cuando escribe” La muerte es el último secreto de la vida”… y prosigue” Todos tus antepasados y aún las generaciones por venir están hoy en ti…acarícialos, son tuyos”. Es de humanos (opino) sentirnos crecer muriendo, viviendo sí, la muerte misma. Si no preguntémosles a las hojas otoñales que aún en tierra forman un tapiz cromático e igualmente glorioso.