De muchos conocida la fábula del “Padre, el Hijo y la Burra”, es ahora el Papa Francisco quien tampoco lo hace bien para todos…
Tras la clausura del pasado Sínodo la crítica ha salido en la prensa de Italia tildándolo del Papa Campesino (léase burdo).
Así se engrosa la lista: El Papa Bueno…el Papa de la sonrisa…el Papa santo súbito y hoy este Papa campesino.
San Bernardo hace ya diez siglos escribió al Papa Eugenio III aconsejándole que se pareciese más a Pedro que al emperador Constantino y que recordase que aquel no puso mano en palacios, mantos de armiño ni lujosos medios de transporte para anunciar al Maestro.
El Papa emérito Benedicto XVI declaró poco antes de su renuncia que la carta de Bernardo debería de ser libro de cabecera para todos los Papas…¿Lo leyó él?
¿No se despojó de su rango el mismo Jesús haciéndose Uno de tantos como narra Filipenses 2,6?
Sí, hay un tufillo a cierto “cisma” en el ambiente más por omisión de la parte de muchos que por afirmaciones a favor del Papa” Campesino”.
Me ha abierto los ojos que en una reciente reunión de obispos conocidos el tapiz del fondo en su sala de consejos no sea el de Francisco.
Así que a este Papa se le tolera… más que se le escucha y se le sigue.
La fibra de nuestra sociedad de hoy no apunta para que la catolicidad se diluya en cismas hoy caducos, más bien que, como sucede con las parejas jóvenes, los creyentes ahora se independicen de sus mayores y descubran modelos de interioridad y convivencia de su propia cosecha. La literatura, el cine y la música cautivan cuánto más personalicen y transmitan el momento actual vivencial.
Así lo predijo años ha un estudioso del fenómeno religioso afirmando “El siglo XXI será espiritual y vivencial o no será”.
Al Papa Francisco le gusta bromear que para sus amigos siempre será Jorge Mario Bergoglio… sin más.
