La semana pasada se publicó un titular que me dejó un sabor agridulce. Se nos otorgaba haber obrado un “milagro” al haber conseguido, desde la oposición, conciliar a todos los grupos en pro de una iniciativa que creemos buena para todos. Dulce por el orgullo y satisfacción de ir dando pasos adelante para llevar a cabo un proyecto; agrio por el hecho que todos los partidos unidos en pro de una propuesta sea visto como algo fuera de lo común.
Ha llegado el tiempo de dejar de votar a partidos para empezar a votar propuestas. Creo que a nivel municipal, donde la concreción es una necesidad y la cercanía de la ciudadanía es mucho mayor, debemos dar ejemplo y conseguir hacer lo que ,de momento, no han sido capaces hacer en el gobierno central, ponerse de acuerdo.
Está de moda hablar de “regeneración democrática” y se nos presenta como la necesidad de tener “savia nueva” e ideas frescas cuando el cambio debe ser mucho más profundo. La ciudadanía necesita soluciones concretas a problemas concretos y no se puede permitir el lujo de esperar 4, 8, 12… años a que haya cambios de color político para que se realicen reformas de visiones parciales. Y, aun peor, no se puede partir de la base que todo lo hecho por el anterior está mal hecho y malgastar los primeros años de una legislatura en deshacer lo hecho. Es realmente un sinsentido que solo genera rechazo y hastío a los ciudadanos. Seamos constructivos y no destructivos.
La lección que todos deberíamos haber aprendido de los pasados comicios es que debemos consensuar, consensuar y consensuar. Está claro que poner en marcha ciertas reformas será más farragoso, costoso y generará más desgaste. ¿No creéis que es mejor que no se deshagan las reformas cada cambio de mandato? ¿No es más productivo tener reformas más amplias que cubran mejor todos los espectros? ¿Legislar desde el acuerdo y no desde la imposición?.
Nuestra política está dividida en bandos, no en diferentes puntos de vista de un problema. Se ataca en vez de proponer, casi parece que la oposición se alegra de que el gobierno se equivoque porque ello (posiblemente) generará una futura deriva de votos y propiciará un cambio de gobierno. Creo que la alternancia es buena pero, si al final se votan propuestas concretas, consensuadas tiene menos importancia quien se sienta en la silla de alcalde/presidente.
Parece utópico o, como a veces me dicen, un punto de vista “naive” sobre lo que es posible y lo que no. Para mi, eso es la regeneración democrática. Si el entorno político deja de ser una contienda y cambiamos el tablero para convertirlo en algo donde todos sumamos y aportamos, independientemente de la silla desde donde se haga.
Hay suficiente gente preparada y dispuesta a dar un paso adelante con vocación de servicio como para que tengamos políticos que, por desgaste o talante, no tengan esa visión ni voluntad constructiva.
Evidentemente la experiencia es básica para la puesta en marcha en forma y tiempo de los diferentes proyectos, debemos tener equilibrio entre experiencia e ilusión, esa es la clave. Espero que el acuerdo al que llegamos para el proyecto del buquebus sea el primero de muchos y que prime, de verdad, el interés general sobre el interés partidista.
Nosotros por nuestra parte, aun desde la oposición, arrimamos el hombro para que se lleven a cabo propuestas positivas para todos los ciudadanos sin buscar el desgaste político de los otros grupos.
Regeneración no son nuevas caras, son nuevos valores
Buena reflexión, lástima que solo uno o unos muy pocos piensan igual… Todos lo gobiernos en general son como un patio de colegio tirándose los trastos de un lado a otro.