Menorca no se escapa de la corrupción, la propia -Nerer, Citur, Pomada … – y la que viene allende los mares, caso de la trama de las off shore de Panamá, en la que han aparecido una sociedad opaca cuyo domicilio social estaba fijado en Es Castell, y otras empresas de Baleares.
Ni a pequeña ni a gran escala parecen ser suficientes los esfuerzos para luchar contra el fraude fiscal y las prácticas irregulares. Ésta es la sensación en la calle donde el alud de informaciones no consigue acallar las voces críticas que advierten de la falta de voluntad para que la redistribución de la renta, uno de los elementos claves para mantener el estado de bienestar, sea real .
No estoy hablando en ningún caso en dejar temblando a las rentas más altas pero sí de establecer sistemas tributarios más proporcionales y, sobre todo, cuerpos de inspección más eficaces, que puedan ir mucho más allá de sancionar a los autónomos o los pequeños empresarios por presentar una declaración trimestral fuera de plazo.
Y habría que controlar más las figuras de los intermediarios, comisionistas, conseguidores o como se les quiera llamar, porque, con frecuencia, buena parte de las irregularidades y de las injusticias vienen de la mano de este tipo personas, que sólo están ahí para posibilitarlas.
Salir a la palestra y asegurar que se quieren cambiar las cosas y no sólo no hacerlo, sino beneficiarse de que no se están impulsando estos cambios, es del todo inaceptable y mientras no lo queramos ver, los titulares seguirán llenándose de suciedad, más o menos legal, pero en todo caso nada ética.