Ha sido un envite intenso. Duro. De Euroliga. Real Madrid y Fenerbahce han jugado un encuentro trepidante, quizás uno de los mejores del año. De esos que se ganan por detalles. Y ha sido una discutida falta final pitada a Jaycee Carroll la que lo ha decidido todo. Los turcos se han llevado la victoria por un punto (78-77) y la parte alta se aprieta. Serán dos equipos que se verán las caras de nuevo. A lo mejor, en varias ocasiones.
El partido ha comenzado con los dos equipos muy enchufados. Nunnaly era un estilete en ataque para los de Obradovic y el playmaker de Maó demostraba su poderío físico ante sus marcadores, con penetraciones que siempre encontraban la canasta. Sin embargo, eran los locales los que cogían las primeras ventajas. Un triple en escorzo de Rudy dejaba el 23-19 en el electrónico al final del primer cuarto. Todo estaba por decidir.
En el segundo, el guión era similar. Doncic es una futura estrella. Es un jugador precoz. Pero hoy se ha visto intimidado por el ambiente. Debe ganar en veteranía para poder mirar a la cara a estos partidos. Con el esloveno restando, era la defensa del conjunto la que aupaba a los blancos. Especialmente la del Titán Ayón con sus robos en anticipación. Y en ataque llegaba la conexión entre Rudy y Hunter. El mallorquín se inventaba pases de todos los colores y el “cazador” daba una masterclass en la pintura. Todo ello, junto al rebote ofensivo -ocho capturas en total- ponía al Real Madrid por delante al descanso (39-40). El pescado estaba por vender.
La irrupción de Randolph
Ya hemos dicho que Nunnaly era el referente ofensivo de los turcos y el equipo de Laso se repartía la anotación. Hasta la irrupción de Randolph en los dos últimos cuartos. El ala-pívot americano las ha metido de todos los colores -especialmente desde la línea de triple- y se ha convertido en the man of the match por momentos. Sloukas era eliminado por técnicas y parecía que el triunfo iba a ser blanco. Sin embargo, el Fenerbache ha protagonizado un último arreón, el Real Madrid ha pecado de impaciente y una decisión arbitral final lo ha finiquitado todo. La de hoy es una lección que Llull y sus compañeros no deben olvidar. En la Euroliga de este año juegas contra los mejores y un encuentro se puede perder por un detalle. Aunque no sea culpa tuya.