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Terror cruel e inútil, ahora en Bruselas

Una opinión de Lola Maiques Flores

Cristales rotos.- FOTO.- Freepik

Tres detonaciones han causado decenas de heridos y muertos esta mañana en Bruselas. Las primeras dos explosiones se han producido en el hall de salidas del aeropuerto de Zaventem poco antes de las ocho. Una hora y media más tarde, se registró otra explosión en la estación de metro de Maelbeek, cerca de las instituciones europeas. Las tres acciones se atribuyen a DAESH- el Estado Islámico-  y se producen justo después de la detención en la capital belga del yihadista Salam Abdeslam, huido tras los atentados del pasado 13 de noviembre en París.

La apacible cotidianeidad de un martes de principio de primavera se resquebraja con un hecho así. Se resquebraja  en Bruselas y en muchos lugares alejados del lugar donde se han producido los últimos ataques suicidas. Los militares se despliegan por las calles de la capital belga, se suspenden los trayectos de alta velocidad que discurren por ese país y los vecinos, y las oficinas consulares, los gobiernos y los medios de comunicación de medio mundo giran sus ojos hacia Europa, de nuevo objetivo de un terrorismo, como todos, cruel e inútil.

Ya no hay fronteras, ni para el capital, ni para las personas ni para la desesperanza ni para el terror e intentar ponerlas, intentar aislar Europa de lo que ocurre en el resto del mundo, es, como el terrorismo, cruel e inútil . Los problemas que acosan a la humanidad no desaparecerán aprobando declaraciones universales o unilaterales ni tomando decisiones como la de cerrar las fronteras de los países más desarrollados u ordenar un bombardeo selectivo.

Al igual que sucede con la crisis de refugiados, apenas expresemos nuestro pésame y nuestra solidaridad por las víctimas de Bruselas, deberíamos ponernos a trabajar para que nadie piense que la solución a sus problemas o los de su pueblo es suicidarse en medio de un aeropuerto, una línea de metro o una plaza, ponernos a trabajar para que todos los seres humanos tengan garantizadas unas condiciones de vida dignas y un horizonte mínimamente esperanzador. Cuanto más tarde nos pongamos, más se repetirán imágenes como las de Bruselas.


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