Rafalet es cosa de magia

Tan cerca de Mahón y tan increíble por misteriosa y exótica. Cala Rafalet apenas tiene 2 metros de arena en sempiterna sombra. No se trata pues de planificar un día de playa al uso, sino de venir de aventura al fondo de un barranco que bien podría ser el decorado de cualquier película de aventuras.
Lo realmente gozoso le viene al que le guste nadar. Unos patos y unas gafas bastan y sobran para internarse por el embrujador sendero que dibuja el agua en su salida al mar. Aguas cristalinas, fondos denomenales y algunos secretos en los más íntimos recovecos de las rocas que conforman la base del acantilado. No diremos mucho más, por miedo a estropearlo.

Camí de cavalls

La etapa de Camí de cavalls que pasa por S’Algar y Alcaufar nace en Punta Prima y muere en la cala Sant Esteve, ya en los lindes de Mahón.
Cuando venimos desde Punta Prima, dejando atrás la imponente vista de la isla del Aire, se cruzan unas antiguas salinas bordeando la rocosa costa del este para alcanzar por fin la torre de defensa de Alcaufar.
Llegados a S’Algar, se abandona la línea de costa para cruzar varias tancas entre uastras. Se sugiere como siempre ir dejando cerrado el vallado a su paso, son para el ganado. Asímismo se recomienda estar disponible para el embeleso al llegar al barranco de Rafalet, hacer una pequeña pausa en la cala del mismo nombre y programar la visita a las fortalezas militares del final del trayecto.
No dejan de ser dignas de mención ni el fuerte Marlborough, una joya de la arquitectura militar inglesa, ni el castillo de Sant Felip, horadado en inusitadas galerías del acantilado que protege el flanco sur de la bocana del puerto de Mahón. Ambas visitas quitan el hipo.

La perla negra

En el 39 de la plaza S’Algar, en S’Algar, se encuentra este pequeño restaurante encantador y sin pretensiones que seguramente haría las delicias del afamado capitán Jack Sparrow, seguido de toda la tripulación de “la perla negra”, buque pirata insignia de la factoría Disney.
Para ir a un bar pirata y ser tratado como un pirata hay que tener el espíritu de pirata. De esta forma disfrutaremos con alegría de las abundantes raciones y los ajustados precios de un lugar cálido, acogedor, sencillo, hospitalario y rápido sin llevarnos sustos en la factura.
Hay que decirlo, a la hora de la cuenta, los piratas son muchos otros establecimientos.

Comes y bebes

En Alcaufar destacan dos opciones para comer, cenar o tomar unas copas cerca del mar y con buenas vistas.
En primer lugar está el Piccolo Mundo, en el 13 del carrer Xaloc. Con salón interior, terraza y barra bien surtida. Todos los que lo visitan destacan su buena relación calidad/precio, con un menú bastante variado por 15 Euros y platos de cocina casera muy bien equilibrados. Sea el entrecot o el filete de emperador, todo pasa con nota, como no podía ser menos habida cuenta de que el bar está regentado por una familia manchega. Bien sabido es que en la Mancha se comen cantidades razonables y variadas por el precio justo. Sin alharacas ni trapisondas: te quedas muy a gusto, el marco es de postal y el trato es correcto y cercano.
Por otro lado está el ya citado hotel Xoroi, primer hotel de turistas de la isla y también pionero en ofrecer sus servicios a propios y ajenos. Se pueden comer platos de menú o negociar buen pescado fresco y, en un momento dado, el uso de sus instalaciones. No dejen de preguntar.

¡Al mercadillo!

Sa Botigueta d'Alcaufar
Sa Botigueta d’Alcaufar

Sa botigueta de Alcaufar es una tienda muy peculiar que casi parece un mercadillo por la variedad de productos que ofrece y que conforman la muy ecléctica decoración y personalidad de la única tienda con vocación de ultramarinos en este pequeño poblado de vacaciones.
Sa botigueta está en el 14 del carrer Ample y es el punto de venta de proximidad para adquirir prensa, comestibles, artículos de playa, regalos y otros productos de conveniencia y primera necesidad en Alcaufar. Abre hasta las ocho de la tarde y el saber de su existencia a muchos les ahorra no pocos viajes a Sant Lluis o Mahón.

Las dos torres

Torre d'en Penjat
Torre de Alcaufar

 

En la aclamada trilogía de Tolkien, la alianza entre las dos torres, la de Saruman y la de Sauron, conforman el inicio de una era de terror. En el tablero del ajedrez, dos torres guardan los extremos del ejército del rey. En la bocana del puerto de Mahón, dos torres de artillería defienden el acceso por mar a la cala San Esteban.

La torre d’en Penjat fue la primera torre de defensa construida por los ingleses durante su dominación. Hoy se la conoce así por estar situada en el cerro del ahorcado, en el que tradicionalmente se ajusticiaba a los condenados a cadalso. También se la ha conocido como torre d’en Stuart, nombre del general que ordenó su construcción para proteger las reformas del castillo de san Felipe y el propio fuerte de Marlborough, el afamado Malbrú que fue a la guerra. Su conservación depende del museo militar.
La torre de Alcaufar es de construcción española, anterior por muy poco y muy similar. Hoy en día está desactivada y pertenece al dominio público. En este caso la visita es interesante más que nada por la belleza del lugar en el que está instalada y por su proximidad al camí de cavalls.
Dos torres que son dos pedazos de historia militar de Menorca y de nuestro siempre ajetreado Mar Mediterráneo.

S’Algar, la piscina natural.

En s’Algar no hay arena. Esto es axiomático. Ni falta que hace. También lo es.
No a todos nos gusta la arena. El mero hecho de pensar en las incomodidades de la arena por dentro de la ropa, de los zapatos y del coche, hasta incluso la cama del hotel, nos puede poner los pelos de punta. Pero, eso sí, a todos nos encanta un buen baño. S’Algar conjuga el mejor baño sin arena de toda Menorca, especialmente para aquellos que no se mueven en barco.
Este lugar es lo más parecido que hay en Menorca a una piscina natural. No solo se han construido estupendas plataformas de granito para poder disfrutar de un día de sol. Sus límpidas aguas y su vocación balnearia, acompañados de los servicios que hay aquí para todo tipo de deportes náuticos, la convierten en lugar predilecto de mucha gente joven que la ha tomado como escondrijo para sus paseos desde aquí a la cercana cala de Rafalet. El que prueba repite.

Cala Alcaufar: más que una cala, un brazo de mar

Foto: David Arquimbau

 

Cala Alcaufar destaca para los de fuera por varios detalles, en los que los de aquí poco o nada nos fijamos. En primer lugar por su proximidad al aeropuerto. Aunque pueda parecer extraño, el turista que se acaba de tragar por lo menos dos horas de avión, si ha tenido la dicha de acudir sin escalas y sin incidencias, va a tener una innata disposición a apreciar el encontrar el paraíso a quince minutos del aeropuerto.
En segundo lugar, Cala Alcaufar es el lugar en el que abrió el primer hotel pensado para el turismo, en el ya muy lejano 1950. Hay que pararse a pensar cuan lejano está el ecuador del siglo pasado, prueben aquí.
Este lugar no existe para las hormonas en ebullición. Aquí reina la calma chicha y el ambiente familiar, tan buscado por unos como denostado por otros. En una encantadora calita de arena blanca, al final de un brazo de mar con curva y ninguna ola, los buscadores de calma encuentran el punto idóneo para pasar sus vacaciones.
La urbanización que bordea la costa del lado izquierdo es coqueta, blanca y sencilla. Las sempiternas barquitas amarradas en sus mansas aguas nos hablan de un puerto seguro. La roca virgen y las cavidades del lado derecho, todavía y para siempre virgen nos hablan de la edad geológica del sitio.
Al fondo del arenal, a veces, concurren eventos deportivos de corte informal que ambientan un poco el solaz. Otras veces, las mejores, puede el bañista asistir a los ensayos de compañías de teatro clásico que han encontrado aquí la resonancia perfecta para la declamación acapella. Lujos casuales al alcance de unos pocos.

Chiringuitos, hoteles y chiringuitos de hotel


Si Son Bou es playa de playas, sus chiringuitos de playa no lo son menos. Tanto para comer como en plan informal, sin olvidar que son eso, chiringuitos: lugares muy deseables y deseados, tanto para el turista como para el empresario. Aquí lo que prima es el día de playa, pero en común con los bares de ciudad tienen la gran afluencia y lo que enganchan. En un día de verano, tan encima de la arena, del sol a la sombra, del agua a la tumbona, de repente, como si tal cosa, apetece un refrigerio y uno se acerca a la barra, encuentra gente, se pide otra se toma unos picas y ya está enganchado.
Es solo cuestión de tiempo el elegir la mesa preferida, planear con quién se hará la próxima paella con el bañador mojado para ir descubriendo al pasar de las horas y los días la fauna humana que compone el crisol de frecuentadores del lugar. Ahí nacen las historias, los amores de verano. Quien está en un hotel conoce al que vive en la capital. Pieles blancas, rosadas, morenas, tostadas, risas, sonrisas, otra cervecita, el plan para esta noche… ¿te acompaño? ¿me acompañas? ¿vendrás por aquí mañana? ¿hasta cuándo te quedas? ¿te recojo en tu hotel? ¿a tu casa dices? ¿es la primera vez que vienes? ¿unos gintonics en la piscina después? ¿queréis venir? ¿vamos? ¡Vivan los chiringuitos y viva el verano!

Toboganes de agua dulce y de agua salada


El día que los niños manden, vendrán a Son Bou a pasar las vacaciones y sus padres no podrán salir de aquí. ¿Porqué? ¡Toboganes!
El Club San Jaime es un complejo turístico especialmente pensado para las familias: gran piscina, toboganes acuáticos, restaurante y actuaciones en directo. Los peques estarán encantados, lo que redundará en la tranquilidad de los padres. Así, de aquí lo dificil es salir sin tener que tolerar algún puchero de los más pequeños, que se lo habrán pasado bomba.
¿El mejor señuelo para sacar a los niños de los toboganes del Club San Jaime? Engatusarlos con los toboganes y el parque hinchable de la playa de Son Bou. Otra fenomenal atracción en la que las horas serán cortas para ellos. Ataviados del obligatorio chaleco salvavidas, los peques guardarán un recuerdo imborrable de su estancia gracias a este divertidísimo parque frente a la arena.
¿El resultado? Niños felices y agotados, igual a sueño de plomo para ellos y libertad de movimientos para los adultos al anochecer. No se puede pedir más.