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El latido de Carlos Fàbregues

Un artículo de opinión de Lola Maiques Flores

Una sencilla placa en una sencilla plaza en el centro de una ciudad perfumada de sal y pintada de sol a las orillas del Mediterráneo. Así recuerda Mahón, desde este domingo, a Carlos Fàbregues, quien fuera el pregonero popular de las fiestas de la Virgen de Gràcia desde 1978 hasta 2010. El reconocimiento -al igual que los que el Ayuntamiento de Ciutadella ha dispensado a Pilar Benejam Arguimbau, Josep Allès Quintana y Guillem Capó Medina- queda lejos del boato que rodeó el nombramiento de Pedro Montañés Villalonga, fundador de “El Caserío”, como Hijo Ilustre de Mahón el pasado miércoles, pero comparte con él rasgos comunes.

Uno de ellos es la adhesión sin fisuras de los representantes institucionales de la Corporación que impulsa sendos homenajes, como en su día impulsó el de Yurca, y la de decenas de ciudadanos que desde su corazón los han apoyado. Otro es el valor que tiene para un pueblo saber agradecer la contribución de sus ciudadanos en el desarrollo de su identidad colectiva, ya sea desde la economía, la educación, la política, el deporte, el arte o la cultura. Un pueblo es colectividad, y esta colectividad nunca puede construirse sino desde la generosidad que anima a cada persona a ser capaz de dar lo mejor de si misma para mejorar la vida de quienes le rodean.

El latido de un pueblo es la suma de los latidos de personas como Carlos Fàbregues. A lo largo de su vida, el corazón del “saig” latió con fuerza por, con, Mahón, sobre todo, al llegar la Virgen de Gracia. Él llevaba la alegría, la hermandad y la ilusión de la fiesta por cada rincón de la ciudad. No es una contribución menor, más bien al contrario. Recordarnos con su pregón que, como mínimo, una vez al año hemos de dar protagonismo a todo lo que hace que valga la pena vivir fue el generoso regalo que Fàbregues le hizo tres décadas a Mahón. Que una placa lo recuerde es un toque de atención para que seamos capaces de latir por, con, Mahón, (por, con, nuestro pueblo, nuestra ciudad) sea cual sea nuestra condición o procedencia del mismo modo lo hizo el “saig”.


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