Baleares cuenta desde ayer con una nueva presidenta, Francina Armengol. La socialista no podía evitar que las lágrimas se mezclasen con las sonrisas cuando poco después de las siete de la tarde quedó investida con el apoyo de su partido, de Més por Mallorca, Més por Menorca, Podemos y Gent per Formentera. Propuesta por las Islas se abstuvo mientras que el PP y Ciudadanos votaron en contra.
Se avecina un tiempo nuevo aunque cuesta imaginar una nueva manera de hacer política. Las negociaciones que han conducido a una coalición de izquierdas no han parecido muy diferentes de las que condujeron a pactos anteriores. Cambia el equilibrio de fuerzas pero persiste el imperativo de repartir responsabilidades y áreas, cambian las prioridades pero nadie sabe si por convicción o por pura necesidad.
Una quiere ser optimista pero son demasiados años ya de degeneración democrática, de promesas incumplidas, reproches y decepciones como para no desconfiar. Le pasa, incluso, a Podemos, una de las formaciones que sustentan el pacto. Es comprensible si nos atenemos a la rebaja de sueldos que formaba parte del acuerdo programático, una anécdota, quizás, pero sintomática de unos tics políticos en apariencia difíciles de erradicar.
Pero, repito, quiero ser optimista. El sistema se debe cambiar desde dentro y a eso se han comprometido todos los grupos que conforman el Parlament, tanto los que asumen la acción de gobierno como los que quedan en la oposición. Todos se han mostrado dispuestos a trabajar para que cambien las cosas, para que las instituciones sean más democráticas, transparentes y eficaces, y sus responsables miren por el interés general por encima del particular o el partidista. Un compromiso que sonaría a viejo sino fuera de tanto traicionarlo acaba siendo radicalmente novedoso.
Ojalá Francina Armengol sea capaz de liderar este tiempo nuevo en que el compromiso, que debería ser obvio para todo político se haga real, consiguiendo así la recuperación de la confianza en un sistema que, pese a sus imperfecciones, nos han situado en un buen punto de partida para enfrentar los complejos retos del siglo XXI, que sea capaz de liderarlo desde el diálogo y la generosidad, con ilusión, esfuerzo y gusto por el trabajo bien hecho, aglutinando al máximo número de personas posibles, sin distorsiones ni reproches innecesarios.
Sra. Maiques total y absolutamente de acuerdo en lo que se refiere a la degeneración democrática etc.etc.tec. pero disiento por lo que respecta al optimismo de Vd. porque tal y como se han producidos los eventos es para echarse a temblar. Veremos ahora si a las 24 h. ya tendrán manifestaciones y mareas, que no los dejen trabajar; y no soy del P.P. lo digo por lo de las suspicacias
Entiendo que disienta, Toni. Yo me obligo a ser optimista porque creo que lo mínimo que merece cualquiera que asuma un compromiso es el beneficio de la duda. Quiero pensar que todos somos capaces de aprender de los errores y cambiar aquello que no nos gusta, también los políticos
Sra. Maiques comprendo que se sienta obligada a ser optimista a mi también me gustaría serlo, pero a mis setenta años, y haciendo un recorrido por mi memoria (que es una de las esencias, que en nuestro país no se practica); desde el 23 F hacia acá veo que aún no se han sabido solventar problemas serios, por la puñetera (perdón) egolatría de los políticos; por lo que mis reticencias siguen en pié. Muchas gracias por su atención en contestarme. Atentamente Toni