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Joshua Wong y el proceso soberanista catalán

Una opinión de Lola Maiques Flores

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Imagen de la Diada de Cataluña. FOTO.- ANC

La movilización bajo el lema “Vía libre a la República Catalana” que monopolizó la Diada en Cataluña copa informativos, tertulias, periódicos, digitales y redes sociales el mismo día en el que ‘XL Semanal’ publica una entrevista Joshua Wong, líder de la organización estudiantil Escolarismo y principal rostro de la Revolución de los Paraguas en Hong Kong.

El inspirador de este movimiento prodemocracia que reivindica, entre otros derechos, el de autodeterminación, no aboga principalmente por la independencia -“no sería necesaria si China nos concede más autonomía y democracia”, sostiene Wong-  y habla de una hoja de ruta con objetivos a corto, medio y largo plazo, algo que yo he añorado en todo lo relativo a la situación que se vive en Cataluña.

Obviamente, los soberanistas catalanes tienen su propia hoja de ruta, con objetivos a corto, medio y largo plazo, y con una debilidad intrínseca reflejada en ese “su” (expresivo también del motivo por el que no la comparto). El sentimiento nacionalista que, de un tiempo a esta parte, ha crecido en Cataluña y en el corazón de catalanes, de nacimiento o adopción, de otros sitios, no ha encontrado una ruta compartida con el resto de españoles que recorrer.

La inexistencia de esa ruta compartida es responsabilidad, principalmente, del Gobierno central que ha negado a la Generalitat su legitimidad para trazarla por entender que la cuestión afectaba a toda España, mientras, paradójicamente, se obstinaba en no liderar su diseño, como si desoyendo el clamor- no entraré si más o menos mayoritario- el sentimiento fuese a apagar, como si fuese una cuestión que sólo interesase a unos pocos, tal y como apunta acertadamente Jordi Ribera en su artículo “Hojas de ruta para Cataluña”.

Desde la humildad y la distancia, que no indiferencia, este trazado que debían haber diseñado conjuntamente el Gobierno de España y el de Cataluña desde la generosidad y la altura de miras, bien hubiera podido empezar por permitir una consulta en Cataluña con pregunta clara y unívoca (por ejemplo, ¿quieres ser independiente?), con porcentaje de votos preestablecido para seguir dando pasos en uno u otro sentido) y la fijación predeterminada de una nueva fecha para una nueva consulta.

Que la mayoría prefijada de los votantes dicen sí a esa pregunta clara y unívoca, se dan los siguientes pasos: sacar números con la ayuda de expertos independientes, explicar los pros y contras de la independencia en Cataluña y resto de España, lo que nos une y nos diferencia, convocar un referéndum a nivel nacional (pregunta clara y unívoca, porcentaje preestablecido, nuevas fechas), articular los cambios legislativos necesarios según el resultado de ese referéndum… Que no se obtiene esa mayoría, lo dejamos correr hasta la siguiente fecha que se haya fijado para una nueva consulta.

Quizás es un planteamiento simplista y no se adecua exactamente al marco normativo vigente y/o a los sentimientos que genera el proceso catalán, pero legisladores y expertos para enriquecerlo y matizarlo seguro que nos sobran, y siendo simplista es un poco más elaborado que el que tenemos ahora para abordar esta cuestión (u otras que también estamos soslayando). Porque, en este momento, la única hoja de ruta más o menos conocida, la de los soberanistas, es difícilmente transitable para ellos y para todos, y desemboca en un lugar inhóspito, pase lo que pase el 27-S.

 

 

 


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