Lo advertíamos este sábado. La clave de la gobernabilidad la van a tener los partidos pequeños y así se ha cumplido. La jornada electoral deja muchos interrogantes. El primordial es ¿quién va a gobernar?.
Si tomamos a los cuatro grandes partidos sólo hay una suma que va más allá de los 176. se trata de PP+PSOE. Esta opción quedaría prácticamente descartada entre dos rivales casi irreconciliables. El resto de sumas es insuficiente.
Si nos fijamos en las ideologías podemos alcanzar los 176. PP+C’s+ PNB y Democràcia i Llibertat (antigua CiU) alcanza la mágica cifra. PNB y CiU ya saben lo que es ir de la mano del PP. Pero tras los enfrentamientos por el tema catalán y con Ciudadanos de por medio la posibilidad se vuelve más remota.
Por la izquierda los 176 salen de la unión PSOE+Podemos+ERC+Democràcia i Llibertat (CiU también pactó con los socialistas). Aquí el problema es el PSOE que es el único de estos partidos que se opone a un referéndum para Catalunya.
Cualquier suma matemática que se pretenda lograr sin tener en cuenta a las fuerzas soberanistas siempre se quedará corta para alcanzar los 176.
Si por casualidad se alcanzara un acuerdo entre algunas de estas fuerzas para un programa de gobierno (difícil pero no imposible), luego vendría la segunda gran cuestión. ¿Quién sería el presidente?. ¿Alguien ve a uno de los partidos emergentes cediendo el liderazgo a una de las formaciones clásicas que tantos escaños han perdido en estos comicios?.
Ante la dificultad para hacer encajar las matemáticas parlamentarias hay otros aspectos a destacar de esta noche electoral: las sensaciones.
En el PP se autoproclaman ganadores pero su victoria ha sido pírrica. Cierto es que son los que disponen de más diputados pero ya hemos constatado que les será insuficiente para gobernar. En Menorca también han asumido esta sensación aunque tras capear el temporal y sabiendo que se llegaba de una situación desastrosa tras las municipales y autonómicas de mayo están moderadamente satisfechos.
En el PSOE estatal más o menos lo mismo. Pedro Sánchez sabe las matemáticas parlamentarias y que cualquier gobierno debería pasar por sus manos. Incluido el hipotético PP-PSOE.
A nivel insular la situación es mucho más compleja. El PSOE ya se vio superado en mayo por MÉS a nivel insular y en Maó y Ciutadella quedó como segunda fuerza de izquierdas por detrás de Ara Maó y PSM. Su situación no ha revertido sino todo lo contrario. Podemos ha sabido ilusionar más entre las filas izquierdistas. La elección de un buen candidato, pero demasiado ligado a la vieja guardia, y una joven promesa a la que su trabajo le ha impedido darse a conocer a la sociedad tampoco ha ayudado. Y las pugnas internas entre los sectores Armengol/Pons y Vicenç Tur con designaciones como las de Ernest Ribalaiga a espaldas de los socialistas menorquines lo han acabado de estropear.
Ciudadanos ha vivido exactamente lo contrario. A nivel insular han logrado unos resultados más que interesantes y que les abren 6.000 votos al Congreso y 5.000 al Senado son cifras a tener muy en cuenta. En este caso la desilusión llega por los resultados estatales. La imagen de vencedor de Albert Rivera ha saltado en pedazos. Tras el 27S de Catalunya parecía la figura emergente del centro derecha. El apoyo mediático de algunos grupos llevó a generar unas expectativas que no se han cumplido. la actitud de rivera ha generado tal rechazo que las redes sociales registraron que el partido político más atacado por mensajes en internet era C’s. Las urnas han confirmado que Ciudadanos necesita u otro líder o que Rivera gane en humildad.
Podemos ha sido la gran sorpresa de las elecciones. Parecía hundido antes de la campaña pero con inteligencia ha sabido recuperarse. Sus acuerdos con formaciones para crear el “En comú podem” catalán y similares les han llevado a ser el nuevo referente de izquierdas estatal. En Balears habrían podido lograr mucho más si Madrid hubiera accedido al acuerdo con MÉS. Baste como ejemplo que en Menorca, las candidatas al Senado Brígida Mora de Podemos y Pilar Arguimbau habrían sumado 13.700 votos por los 11.700 de la popular Juana Francis Pons que se llevó el acta.
Més se queda con la miel en los labios. Siguen siendo un referente en política municipal y autonómica, pero siempre les falla algo para poder dar el salto a la política estatal.
El resto de formaciones sólo pueden hablar de desastre y falta de conexión con la sociedad. Por buenas que sean las intenciones y propuestas, si no calan en el electorado, poco pueden hacer.
Resumiendo. Sin gobierno y sin visos de lograrlo a corto o medio plazo y con una política local que va a tener que recomponerse tras estos comicios que nadie descarte nuevas elecciones. El bipartidismo ha caído y los partidos-muletas lo van a poner muy difícil. Los nuevos para marcar territorio y los tradicionales, los nacionalistas, porque ahora son independentistas (menos el de Ignacio-Íñaki, perdón, Íñigo Urkullu).